Milenio Jalisco

Momentos que marcan

- VALERIA MOY @ValeriaMoy

No importan los planes que uno haga, las hojas de ruta o la visión que uno tenga de su vida, de su desarrollo profesiona­l o de su plan de gobierno. La realidad siempre nos depara algunos eventos inesperado­s que pueden marcar la vida personal o el desempeño profesiona­l. Siempre habrá momentos oscuros o gloriosos, quizás, que pueden sacarnos de ese camino planteado y obligarnos a replantear­lo, para bien o para mal. A los gobiernos les pasa lo mismo. Ante esos momentos definitori­os, la reacción es crucial. Lo sabe bien Peña Nieto, cuyo sexenio no solo fue marcado por el escándalo de la

Casa Blanca, sino también por su reacción ante el mismo. No solo se trató del caso de los 43 estudiante­s de Ayotzinapa, también fue el “ya me cansé” del entonces procurador. La tragedia de la guardería ABC fue una de las marcas del sexenio de Felipe Calderón y la reacción del gobierno dejó mucho qué desear.

La realidad en México nos está dando una buena dosis de momentos cruciales y la reacción del presidente empieza a marcar una pauta. El asesinato de 14 personas en Minatitlán, incluyendo un bebé, es el más reciente. Ante la masacre, el silencio. La ausencia del presidente y de su gabinete. Ni un mensaje de la secretaria de Gobernació­n, ni siquiera un tuit. El presidente apareció hasta el día siguiente con un tuit bíblico; un mensaje lleno de ira y de resentimie­nto, propio del Antiguo Testamento (aunque la alusión a los “sepulcros blanqueado­s” es del Nuevo Testamento). Ayer en su conferenci­a matutina, el presidente apenas hizo alusión al tema avisando que iría a Minatitlán este viernes, pero no hubo en sus palabras condolenci­as ni empatía. Tampoco existió una condena, ni siquiera interés en esclarecer lo sucedido. Sí hubo en cambio, reproches, condenas y algunas promesas ambiguas.

Sin duda este gobierno hereda de los anteriores una situación descompues­ta en términos de seguridad y de violencia. Pero para resolver los problemas, lo primero que hay que hacer es asumirlos. Culpar al anterior puede funcionar un rato, pero como estrategia es bastante breve. López Obrador podrá seguir estirando ese plazo algunas semanas más, pero la ciudadanía empezará a exigir resultados. Sí, los resultados que él mismo prometió que llegarían casi de forma instantáne­a. Ojalá que el presidente tenga una respuesta mejor que culpar al pasado, al neoliberal­ismo, a la corrupción, a los conservado­res o a los fariseos. Las frases hechas y los dichos populares serán insuficien­tes para responder a la sociedad y cambiar la realidad.

Desafortun­adamente para el presidente y contrario a las expectativ­as que ha generado, el tema será muy complicado de resolver. No se resolverá con programas sociales, ni con transferen­cias, tampoco con llamadas de atención. No bastará con desestimar la informació­n, incluyendo las propias cifras oficiales, privilegia­ndo “sus” datos.

El presidente está desaprovec­hando las oportunida­des que el país le está dando en más de un ámbito. La masacre de Minatitlán le abría una puerta para mostrar empatía o por lo menos indignació­n ante lo sucedido; pero él optó por cerrarla. ¿Cuánto tiempo más podrá excusarse culpando a los demás, al pasado, de lo que sucede hoy? No mucho más.

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