Milenio Jalisco

No disparen, soy policía

- GONZALO OLIVEROS goliveros@me.com

Uno siempre debe de buscar mejores condicione­s de vida que den bienestar a su familia, punto. En un país donde la pobreza es exacerbada y las opciones para salir de ella son tan limitadas, el ejército y la policía fueron, durante décadas, salidas dignas para romper la miserable continuida­d. De hecho, dentro de las filas militares hay quienes, aun hoy, se preguntan los motivos por los cuales uno es soldado: cardiaco, cerebral o digestivo.

Por ello, desde el discurso del domingo se veía que el paso de la Policía Federal a la Guardia Nacional tendría un problema económico. Cuando Andrés Manuel López Obrador insistió que era mejor heredar pobreza que deshonra olvidó que, cuando se tiene para comer media tortilla al día, uno no piensa en el futuro sino en la imperiosa necesidad presente de comer.

Sí, hay policías y militares que dan su vida -y no me refiero a la parte real y no poética de morir en combate sino, también, tiempo y posibilida­des de convivenci­a familiar- por el país, pero también lo hacen porque es la forma en que sus hijos puedan aspirar a cosas mejores, desde lo superfluo hasta lo urgente.

Felipe Calderón y Genaro García Luna lo sabían, por lo que convocaron a miles a conformar un cuerpo

paramilita­r supra especializ­ado que, desde un inicio, tuvo tensiones con los soldados. Hoy se nos olvida la discusión sobre cómo sería la forma en que la Policía Federal se integraría al desfile del 16 de Septiembre, ante los reclamos del General Secretario.

Ahora, el gobierno de la 4T ha decidido que todos los integrante­s de ese cuerpo de élite son corruptos o deben sacrificar los beneficios económicos obtenidos en las anteriores administra­ciones por el sacrificio del país. Se olvidan que, de forma insistente, afirmaron que los recortes de salario serían en los altos funcionari­os y no en la tropa, ya sea burocrátic­a o militar-policiaca. Lo lógico sería que a los soldados que se integraran a la Guardia Nacional se les subieran los emolumento­s y no que a los miembros de la Policía Federal se les baje.

Pero la lógica, una vez más, falló. Falló hasta en el sentido de percepción donde el presidente decidió, en medio de otra crisis de su gobierno, publicar un entrenamie­nto en los campos de béisbol de la UNAM.

Una frivolidad más donde pareciera que todo el Gobierno de México se empeña en dilapidar su popularida­d en incendios pequeños dentro de una estrategia inentendib­le donde la erosión es lenta gracias a la ausencia de figuras opositoras que, imagino, esperan mejores tiempos electorale­s para saltar.

Imagino.

Hay quienes dan su vida por el país, porque así sus hijos pueden aspirar a cosas mejores

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MILENIO Autoridade­s resguardan el inmueble.
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