Donde la poesía se pierde

E l tendero y el cura del pueblo jugaban frontón todos los sábados. Siempre ganaba el tendero, a pesar de que el cura tenía mejores técnicas.

Un día, el cura fue a la ciudad y le trajo al tendero un regalo, “Las cien mejores jugadas para ganar al frontón”. El tendero leyó el libro y a partir de ahí no volvió a ganarle al presbítero, que ganaba juego tras juego como inspirado por el mismísimo espíritu santo.

Tire el libro –le dijo el viejo mozo del lugar, y olvídese de todas esas técnicas, porque ellas son la causa de que ya no gane.

El tendero tiró el libro, pero ya no pudo olvidar del todo lo que había leído y se mantuvo en un juego mediocre.

Esto mismo ha pasado a los “poetas” que han dedicado su tiempo al estudio de sus poetas favoritos, a los que han tomado como “padrinos”, como dicen las doñitas metidas al negocio de hacer literatura.

El tendero ganaba porque era un jugador intuitivo que se enfrentaba con los problemas que le presentaba su contrincante a partir de su percepción y de lo que su cerebro realizaba de manera no consciente, pero su intuición fue opacada por el razonamiento que le hacía fragmentar sus acciones.

El poeta, desde que el cristianismo fue reconocido como religión oficial en el imperio romano, ha sido atacado para descalificar su obra, pues siendo una figura del mundo pagano, no tiene cabida en donde se reconoce que solamente un dios es el creador de la naturaleza y del hombre mismo.

Su expulsión de la res pública obedecía al enfrentamiento entre lo intuitivo y lo racional, como el tendero y el cura.

La obra cumbre del pensamiento cristiano divide a los poetas en los que vivieron antes de la instauración oficial de esta ideología, que con todo y su grandeza no entrarán al cielo, y los que vivieron después, que, pese a su mediocridad, sí serán recibidos ahí.

Así, la poesía sostenida por el instinto y la intuición se acabó y frente a ella se erigió la poesía pensada, racional y lógica, que busca un dios abstracto, escondido de toda percepción poética.

Por eso esta nueva expresión poética se funda en una actitud lúdica y banal, aunque sus rectores hayan sido poetas rebeldes a la ideología cristiana.

El cristianismo ha dado a todos los creyentes la seguridad de que un día se morirán y se ganarán el cielo, pero la poesía se pierde en un mundo donde la seguridad, la certeza, la confianza y la vida presente dominan.

La poesía se pierde en un mundo donde la seguridad, la confianza y la vida presente dominan