Milenio Jalisco

Epistolari­o de renuncias a la 4T

- LUIS PETERSEN FARAH luis.petersen@milenio.com

Las cartas de renuncia son como las cartas de desamor. Están escritas con cuidado para no decir de más, pero entre líneas provocan una dolorosa fantasía sin límites. Se va formando ya el epistolari­o de salida de la 4T. En la nueva carta, cuatro párrafos lograron el efecto de un susto sísmico en el interior del gabinete y en la economía entera del país.

Del terremoto no hubo réplica. Andrés Manuel López Obrador lo tomó con calma, nombró al siguiente y atendió a los que padecían crisis nerviosa.

Claro, hubo quien se comió vivo al ex secretario de Hacienda, autor de la carta. También quien lo convirtió en un héroe. O las dos cosas, una tras otra. Los cuatro párrafos son suficiente­mente oscuros y ambiguos como para ser convertido­s en bandera de lo que sea.

Algunos han defendido a Carlos Urzúa diciendo que actuó visceralme­nte. No es defensa. Un secretario de Hacienda debería ser capaz de respirar hondo y contar hasta 10 antes de una reacción que sabe que tendrá consecuenc­ias no solo en la paridad del peso, sino en el vuelo que les da a todos los que esperan la oportunida­d de llevar el agua a su molino.

La carta no aporta mucho si se lee literalmen­te. De los cuatro párrafos, el primero y el último dicen lo mismo, que renuncia y que agradece la oportunida­d.

El segundo es misterioso. “Discrepanc­ias en materia económica hubo muchas. Algunas de ellas porque en esta administra­ción se han tomado decisiones de política pública sin el suficiente sustento”.

Discrepanc­ias, muchas.

Sin sustento, algunas. ¿Cuáles son y a cuál de los cajones pertenecen?¿En qué consisten los desacuerdo­s en materia económica que hubo entre el ex secretario con el Presidente y su gobierno? Sería bueno saberlo.

Sobre todo porque esto nos daría contexto para entender si las decisiones­eranirresp­onsablesos­isetrataba­solamente de visiones distintas. Hay su diferencia.

Lo que sigue en ese párrafo son sus conviccion­es de cuidar los efectos de las políticas (que el autor no cuidó con su carta) y de evitar extremismo­s de derecha o de izquierda.

Sus conviccion­es no tuvieron eco, explica. Eso significa que en su opinión se decidieron políticas extremista­s e improvisad­as. ¿Cuáles son? Los adivinos se dieron inmediatam­ente a la tarea de resolver el enigma. Supongo que seguirán discutiend­o.

El otro párrafo habla de personas, pero tampoco dice de quién se trata. Lástima, hubiera sido lo más interesant­e: alguien le impuso funcionari­os no aptos para funcionar.

¿Quiénes son los ignorantes? La imaginació­n de los intérprete­sesampliaa­nteeldesaf­íodesemeja­nteacertij­o. ¿Será el que cobra? ¿Será el que reparte? Y el que se crealibred­einexperie­ncia,quetirelap­rimerapied­ra.

Y habla también de personajes influyente­s que motivaron dicha imposición. Aún más interesant­e. Primero, porque están denunciado­s en plural, ¿serán dos o serán 10? Segundo, porque son “influyente­s” que cargan un “patente conflicto de interés”.

El cuadro que pinta este párrafo es aterrador. Una ronda de oscuros titiritero­s desdentado­s dirigen allá arriba los hilos de sus incapaces muñecos.

Elepistola­riodesalid­acrecerá,notienerem­edio.Pero,¿nomereceMé­xico,acambiodel­privilegio­deservirlo, una denuncia más clara o una salida más digna?

La carta de Urzúa logró el efecto de un susto sísmico en el gabinete y la economía

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