Roja Rutina
Publicados bajo el título de Roja rutina, Beronica Palacios Rojas, nos muestra una breve colección de poemas, tensados con hilos de inteligencia y de sarcasmo, propios de una escritora incansable; que, asume la realidad circundante, el arte es, no sólo mas subyugante, sino más creíble. Y es que este libro, bello por su mesurada levedad, es la voz de quien ha abandonado su rol malheridoparacauterizarydenunciarlosazotesdelavida. No trataré aquí de hacer frías disecciones bajo el pretexto de configurar un artículo crítico, me contentaré con expresar el gusto por la obra de una personalidad que ha animado frecuentemente los escenarios de la poesía, con sus libros, su revista y el encuentro Francisco GonzálezLeón,quesecelebraenLagosdeMoreno.En el primer poema: Rutina, Beronica Palacios nos habla desucotidianidad,nosremitealasminuciasdelavida:
Dejé en la mesa mal parida / las pinzas / el collar de histerias y el rosario junto a mi pecho de murciélago furioso.
Hoy decidí dejar todo para mañana que nunca llegará la costura / la carne a medio cocer / el amuleto empezado las tortugas sin comida / y hacer el amor con el pensamiento.
Recordaresvivirsehadicho siempre.Lohandichosiempre los viejos y los nuevos viejos, quizá por cada quien conserva en su ruta personal, aquellos instantes, que develan la consabida certeza que la poesía se mueve estrictamente en un ámbito espiritual. Puede uno suponer al poeta configurando temáticamente su libro y, para ello, juntando en pequeños espacios o compartimientos los más afines según su talento y precisas agudezas, que revisten presencia de verdadero alimento del arte.
Te fuiste como la infancia el rosario que rodaba de mis dedos se estancó en mi sombra.
Luego vinieron eclipses / tornados / muertes vinieron nuevas lunas y los soles se multiplicaron. Las estrellas tendieron su campamento en el mar. Con sabor a vinagre, una mano se despide / un barco emigra, así me despedí en un muelle hecho para los ojos. Porque nadie me dijo de dónde venía la sal del océano.
Ahora, escucho cantos de sirena y el blando silencio me pertenece.
Son palabras desnudas, versos sin rimas. No es un tema recogido en sueños, sino una brutal experiencia declarada sin artificios. En la página 24: A mi sobrina la encontraron en pedacitos, sin órganos/ y reconocieron a la secuestrada por la ropa y el tatuaje. / La última vez que vi a Juan estaba afuera de la prepa/ hacían tiempo para entrar a clases/ bromee y sonreímos. No volvimos a saber de él. Sin alcanzar un crudo patetismo, asimila lo intangible, las cualidadesdelopalpable.Nosinvitaarevisitarpalabrasdeexperienciasrevisadasconsabiduría,unainconfundible marca generacional y una universalidad íntima.
Sin alcanzar un crudo patetismo, asimila lo intangible, las cualidades de lo palpable