El costo de la pobreza
La pobreza es cara. La gente no lo sabe porque se cree la especie de que los “ricos y poderosos” mantienen al pueblo en la miseria para, para… Bueno, la lógica no opera en el ámbito de los mitos, así de perniciosos como sean. Es cierto que pagar salarios misérrimos, justamente, es una descarada forma de explotación y que la posible competitividad de la economía mexicana se ha sustentado, sobre todo, en
la mano de obra barata. Pero no estamos hablando de eso, de los millones de compatriotas que laboran humildemente en los sectores productivos sino de los otros, de aquellos que no logran siquiera integrarse a la economía —como operarios, trabajadores o artesanos, en un primer momento, para volverse luego consumidores y, al final, pagadores de impuestos— por carecer de las más mínimas cualificaciones profesionales y por vivir en las zonas más marginadas del país. Tal vez hayan sido, en su momento, votantes de aquel PRI cavernario de descarada vocación clientelar y son, por lo que parece, los primerísimos seguidores del actual régimen de Morena (una grotesca reedición del antiguo partido oficial, a mi entender) pero, así fuere que la pobreza de millones de nuestros compatriotas resultara de un calculado diseño, el precio a pagar es tan descomunal que bien harían los presuntos maquinadores de la estrategia en pensarse dos veces las cosas.
Tampoco es beneficiosa para nadie la ignorancia. Repito, por enésima vez, la lapidaria sentencia de Fernando Savater, pensador español. “Un pueblo sin educación es un pueblo ingobernable”. Y si algo estamos viendo en este país en estos momentos es un escalofriante proceso de descomposición social debido, en buena medida, al fracaso del proyecto educativo nacional, un modelo de enseñanza que no trasmitió valores morales a los infantes y que los ha privado, encima, de adquirir las capacidades tan básicas como la comprensión oral, la escritura y las más elementales operaciones aritméticas.
Así estamos, luego de décadas enteras de programas, asistencias, proyectos y miles de millones de pesos gastados. Ahora bien, nos avisan que todo esto será diferente con la 4T. Pues, díganme ustedes, de buena fe, qué signos anunciadores del gran cambio están ya percibiendo.
Morena, grotesca reedición del antiguo partido oficial