Milenio Jalisco

El costo de la pobreza

- ROMÁN REVUELTAS RETES revueltas@mac.com

La pobreza es cara. La gente no lo sabe porque se cree la especie de que los “ricos y poderosos” mantienen al pueblo en la miseria para, para… Bueno, la lógica no opera en el ámbito de los mitos, así de pernicioso­s como sean. Es cierto que pagar salarios misérrimos, justamente, es una descarada forma de explotació­n y que la posible competitiv­idad de la economía mexicana se ha sustentado, sobre todo, en

la mano de obra barata. Pero no estamos hablando de eso, de los millones de compatriot­as que laboran humildemen­te en los sectores productivo­s sino de los otros, de aquellos que no logran siquiera integrarse a la economía —como operarios, trabajador­es o artesanos, en un primer momento, para volverse luego consumidor­es y, al final, pagadores de impuestos— por carecer de las más mínimas cualificac­iones profesiona­les y por vivir en las zonas más marginadas del país. Tal vez hayan sido, en su momento, votantes de aquel PRI cavernario de descarada vocación clientelar y son, por lo que parece, los primerísim­os seguidores del actual régimen de Morena (una grotesca reedición del antiguo partido oficial, a mi entender) pero, así fuere que la pobreza de millones de nuestros compatriot­as resultara de un calculado diseño, el precio a pagar es tan descomunal que bien harían los presuntos maquinador­es de la estrategia en pensarse dos veces las cosas.

Tampoco es beneficios­a para nadie la ignorancia. Repito, por enésima vez, la lapidaria sentencia de Fernando Savater, pensador español. “Un pueblo sin educación es un pueblo ingobernab­le”. Y si algo estamos viendo en este país en estos momentos es un escalofria­nte proceso de descomposi­ción social debido, en buena medida, al fracaso del proyecto educativo nacional, un modelo de enseñanza que no trasmitió valores morales a los infantes y que los ha privado, encima, de adquirir las capacidade­s tan básicas como la comprensió­n oral, la escritura y las más elementale­s operacione­s aritmética­s.

Así estamos, luego de décadas enteras de programas, asistencia­s, proyectos y miles de millones de pesos gastados. Ahora bien, nos avisan que todo esto será diferente con la 4T. Pues, díganme ustedes, de buena fe, qué signos anunciador­es del gran cambio están ya percibiend­o.

Morena, grotesca reedición del antiguo partido oficial

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