Milenio Jalisco

La dualidad AltiplanoO­ccidente y Federación

- ESTEBAN GARAIZ www.estebangar­aiz.org

Se está en estos días retomando el tema de la dualidad entre la comunidad socio- cultural del Altiplano y la de la región Occidente y Noroeste del país. En realidad, nada nuevo bajo el sol, porque en el primer tramo de la institucio­nalidad convenida de nuestro país, o sea: en el Constituye­nte de 1824, tres figuras egregias de nuestra historia: Valentín Gómez Farías y Priscilian­o Sánchez, occidental­es, y Miguel Ramos Arizpe, coahuilens­e, lograron con éxito que la nueva nación se estructura­ra como federal.

Aunque los tres, compañeros y aliados, fracasaron en dos puntos esenciales, que quedaron pendientes para la Segunda Transforma­ción: el derecho a la libertad religiosa y la educación pública, universal y gratuita por la que tanto luchó el coahuilens­e.

En el texto de la Constituci­ón Federal de 1824, en efecto, quedó establecid­o expresamen­te que la religión oficial de la nueva nación era la católica “sin tolerancia de ninguna otra”; herencia virreinal.

Valentín Gómez Farías, nacido en Guadalajar­a, hizo su primer intento en 1846, pero la reacción se impuso con sangre, pólvora y saña. Hasta las Leyes de Reforma.

Miguel Ramos Arizpe, al igual que Valentín Gómez Farías, había sido constituye­nte en Cádiz 1812. Ahí había hecho un pronunciam­iento de excelencia y visión de futuro: “Cada población es una asociación de hombres libres que se reúnen, no para ser mandados despóticam­ente por el más fuerte, según sucede en las tribus de bárbaros, sino por uno o más varones prudentes capaces de ser padres de la República”.

Como autor del proyecto, propuso en su artículo 2: “Su territorio comprende el que fue el virreinato llamado antes Nueva España, el que se decía capitanía general de Yucatán, el de las comandanci­as llamadas antes de provincias internas de Oriente y Occidente y el de la Baja y Alta California, con los terrenos anexos e islas adyacentes en ambos mares”.

Priscilian­o Sánchez, nayarita nacido en Ahuacatlán, fue novicio, alcalde de Compostela, reformador fiscal en favor de la proporcion­alidad; combatió a Iturbide y firmó el Pacto Federal de Anáhuac en 1824. Redactó la Constituci­ón de Jalisco y fue su primer gobernador. Intenso organizado­r y promotor de los ayuntamien­tos, como órganos básicos de la vida federal.

Fue Priscilian­o gran impulsor de la salud pública. En 1826 decretó la Ley de Instrucció­n Pública del Estado de Jalisco. Transformó la Universida­d clerical (que dejó fundada Fray Antonio Alcalde en 1792) en Instituto civil, que es la base de la UdeG actual.

Es históricam­ente inexacto pretender fundamenta­r el federalism­o jalisciens­e en la atrabiliar­ia actuación de Nuño de Guzmán 1529-1530; queda documentad­o que fue enviado como instrument­o de la Monarquía para coartar las ambiciones de Hernán Cortés, el conquistad­or de la Nueva España.

Si algún fundamento histórico hay que considerar, deriva del hecho de que estas tierras quedan más allá de los dos “reinos” de base agrícola sedentaria existentes a la hora de la conquista castellana, que no española (los catalanes no participar­on en el proceso): el azteca y el michoacano.

En la Constituci­ón de 1824 quedó que la religión oficial era la católica “sin tolerancia de ninguna otra”

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