“¡Dejen de chillar!”, gritó el autor
Bret Easton Ellis no es ningún novato cuando se trata de controversias. El autor de American Psycho y Less Than Zero es, igual que Trump, víctima y creación de su propio personaje en Twitter. Pero lo que acabo de leer en su reciente libro de ensayos, llamado White, me dejó girando, porque dentro de la clara admisión sin arrepentimiento de sus muchos defectos, este importante representante literario de la (mi) generación X, claramente expone en que nos hemos convertido como sociedad.
No, aquí no hay fronteras que nos distancien de lo que comenta, porque mucho de lo que narra es respecto a nuestra colectiva indignación liberal a través de las redes sociales. Y si bien él habla de lo desesperante que le resulta escuchar a personas de evidente privilegio, como él, seguir en un estado de infantilización respecto al triunfo de Trump, creo que eso también aplica perfectamente en nuestra realidad política. Nos quejamos, hacemos ruido, gritamos y exigimos “lo correcto”, y no reconocemos que los que están del lado opuesto al nuestro, seguramente están pensando lo mismo de nosotros, y con razón. A través de sus constantes y muy divertidas referencias al mundo pop, Hollywood-NY, en el que se ha movido toda su vida, narra varias anécdotas que empiezan a tener sentido para muchos que antes nos considerábamos “de izquierda”. Cuenta como, por ejemplo, pelea constantemente con su novio, porque simplemente no está traumado con Trump en la Casa Blanca (Bret admite no haber votado por nadie). ¿Qué pasa cuando ya no puedes opinar sin ser crucificado? ¿Sin que un segmento de la sociedad decida desaparecerte y quitarte tu existencia virtual (que es más que equiparable a la real hoy en día) por no estar de acuerdo políticamente con lo que “debe ser”? ¿Por qué la gente con más privilegios, de ahí el título White, es la que más entra en una indignación colectiva ante fenómenos como Trump, convirtiéndose en la “policía de las opiniones”?
Y sí, a los millennials les toca la avalancha de desdén más que a nadie, aunque debo admitir que ninguna de esas críticas nos excluye a muchos miembros de la siguiente generación. ¿Qué no hemos entrado felizmente al juego de presentarnos ante el mundo según nuestrasposturaspolíticasenredessociales?¿Alguien aquínohaperdidoalgúnamigoenlosúltimosdosaños pornuestrasdiferentesopinionesalrespecto?¿Saben dealguienquenohayadichoalgo“inapropiado”enlas redeshoyendíaquesesalgaconlasuya?¿Tenemosderecho a disentir sin ser apestados para siempre? ¿Nos hemos convertido en lo que se supone que más despreciamos? ¿Somos fascistas respecto a la verdad y a la opinión y como ésta, hasta en un mal tuit, define al prójimo para siempre?
Les digo, este hombre, que sabe meterse en problemas (y quien desde los años 90 identificó a Donald Trump como el modelo de su protagonista asesino en American Psycho) cuenta historias y provoca esa preocupación. Por supuesto que es delicioso saborear las letras de quien aún se puede dar el lujo de ser políticamente incorrecto y que no parezca importarle.
Bret Easton Ellis es, igual que Trump, víctima y creación de su propio personaje en Twitter