Los jóvenes de Lima
La delegación panamericana que nos representará en los Juegos de Lima 2019, a partir del 26 de julio, uniforma el gran misterio del deporte mexicano: acude al evento rodeada de polémicas, discusiones económicas y conflictos administrativos que, lejos de distraerla, pueden servirle como estímulo para
demostrar, una vez más, que el atleta mexicano responde en momentos de alta tensión competitiva. Sus resultados no definirán los programas deportivos nacionales para los próximos años, ya se sabe, dependemos de enormes esfuerzos individuales; pero su participación, en medio de una marcada política de austeridad, ayudará a formar un equipo olímpico rumbo a Tokio 2020 todavía más aguerrido y ejemplar. Su situación no es ideal, nunca la ha sido, es por ello que debemos poner mucha atención en las historias de estos deportistas para documentar su esfuerzo de cara a la crítica y exigencia natural de una competencia internacional. México enfrentará a sus grandes rivales continentales con la desventaja de encontrarse en pleno cambio de política deportiva. Esa incertidumbre, comprometedora en la carrera de jóvenes atletas cuyo futuro depende de los apoyos oficiales para desarrollarse, desanimaría a cualquiera. A muchos de ellos puede escapárseles la oportunidad de una vida dedicada al deporte en el siguiente ciclo olímpico. Seamos comprensivos con el análisis y prudentes con el aliento en cada competencia en la que participe la delegación mexicana. Al abanderarla, el Presidente de la República reconoció la deuda histórica que el Estado tiene con sus atletas, cuyos padres han sido la base sobre la que se asienta nuestro programa deportivo más exitoso: la familia. En su primera comparecencia frente a un contingente deportivo tan espiritual como un equipo panamericano formado por aguerridos jóvenes, el Presidente dejó un mensaje que invita a creer que en algún momento de su administración podemos encontrar el punto de inflexión que permita a México asumir que necesita del deporte y sus profundos valores para avanzar. En los jóvenes de Lima hay grandes esperanzas: son un grupo de soñadores que enviamos al futuro con la ilusión de encontrar para México, un lugar en el tiempo, no en el medallero.
Su situación no es ideal, nunca la ha sido, por eso debemos atender sus historias