El precipicio de la dicotomía populista
Para ir realmente rápido hay que frenar un segundo después de lo que dice el miedo y acelerar un segundo antes de lo que dicta la lógica. La transformación encabezada por el inquilino de Palacio Nacional lleva casi ocho meses arrasando todas las formas a su paso. La prisa por no parecerse al demoniaco pasado neoliberal está acarreando agravios que no
alcanzan a vislumbrarse con claridad, mucho menos para un cuidadoso análisis de riesgos.
En una aparente calma exhibida, el Ejecutivo es cercado y desafiado por fuerzas que están resintiendo no solo el latigazo de un cambio. Históricamente la democracia ha sido la matriz política de grandes modificaciones sociales, de modo que, como organización propiamente política del cambio social, las reduce a procesos pacíficos habitualmente graduales para su consolidación. La transformación social y la democracia en una globalización son compañeros de viaje con visiones tan opuestas como el mercado y la política.
Negar la estrecha relación entre ambas es jugar a la simulación para certificar esa línea defensiva contra el alud neoliberal que acompaña casi todos los discursos presidenciales. Las recientes acciones contra esa élite dentro y fuera de las administraciones pasadas constatan que lejos quedó el espíritu de la república amorosa, donde el paraguas de amor y paz alcanzaba para olvidar corruptelas de sabandijas y sátrapas. Hostigar el pasado hurgando expedientes no estaba en los planes de corto plazo de la 4T, lo que ha creado un halo de reglas no escritas entre López Obrador y Peña Nieto.
Pero la realidad del muladar y la mediocridad del gabinete presidencial, cuya estela de desastre operativo es aún de pronóstico reservado, hace crujir el débil andamiaje del Estado golpeando, además, los intereses de esos imperios creados al margen de la ley que han llevado a la violenta debacle del país.
Preocupa el encono que está originando esa ideología que considera que la sociedad debe separarse en dos grupos, al mismo tiempo homogéneos y antagónicos, como el pueblo bueno (y sabio) y las élites corruptas.
Las recientes situaciones vulnerando el perímetro de la seguridad presidencial son instantáneas que pueden convertirse en caótica tendencia.
Preocupa encono nacido por dividir entre pueblo bueno y élite corrupta