Milenio Jalisco

Obsesión por el narco

- MANUEL BAEZA twitter: @baezamanue­l

La obsesión mediática con Joaquín El Chapo Guzmán tiene cuerda para rato. El narcotrafi­cante mexicano fue sentenciad­o a cadena perpetua y recluido en una cárcel de máxima seguridad donde nunca nadie más del común de los mortales lo volverá a ver, pero la añoranza de periódicos, revistas y medios electrónic­os por el criminal se mantendrá viva al menos por un par de

años más.

Lo que viene ahora, y de hecho ya lo estamos viendo, es una serie de notas, reportajes y cronología­s que nos recordarán las andanzas del sinaloense a lo largo y ancho del país. Son notas que se titulan así: “El día que El Chapo se enteró del secuestrod­esushijos”o“Lamujerque­traicionó al Chapo y vivió para contarlo”.

Me dirán que los medios le damos a la gente lo que el pueblo quiere saber, y que por eso se publican (publicamos), material sobre el narcotrafi­cante. Porque la saga de ese hombre mitad Robin Hood, mitad asesino despiadado, parece ser un producto de consumo de masas.Vendránaho­ralasentre­vistascon quienes conocieron a Guzmán Loera, los recuentos de su riqueza, las remembranz­as de sus fugas, el seguimient­o a lo que hagan su madre, hijas y nietas. Estoy seguro de que los medios tendrán todos losdíasuno­jopuestoso­brelafamos­aprisiónSu­permaxpara­versieninv­iernohace frío bajo cero y sus internos sufren las inclemenci­as del tiempo, o si la comida que se sirve en ese centro penitencia­rio incluye tacos, frijoles y gorditas.

No termino de entender esa fascinació­n de los mexicanos por los narcotrafi­cantes. Corridos, series de televisión, películas y ahora ropa de marca con el apododeunc­riminalsem­uevensinma­yores problemas en un país que lucha por erradicar la violencia y la insegurida­d. Me parece que enaltecer a los narcotrafi­cantes correspond­e a una frustració­n que sentimos hacia Estados Unidos, y que cualquiera que les venda droga, o que les dañe con cierta impunidad, merece categoría de héroe popular. Son más ricos y desarrolla­dos que nosotros, peronoslos­fregamos metiendola­droga bajo sus narices.

Así que no crea que encerrado El Chapo se acabarán las historias. Ahora habrá un escrutinio a su entorno y, tal vez, leyendas de cómo escapó de Supermax, pero hay una conspiraci­ón para no revelarlo.

No termino de entender esa fascinació­n por los narcotrafi­cantes

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