Una ecuación que permite triunfar o ser herido
En varias ocasiones durante algunas charlas con desinformados o ignorantes de la fiesta brava, he tenido la oportunidad de explicar un tema que he mencionado ya en una rueda de prensa a la que fui invitado hace algunos años en Reynosa, Tamaulipas, cuando fui empresario taurino por aquellos lares. Para muchos es inexplicable cómo en algunas
faenas el toro ha perdido interés en embestir al cuerpo del torero y solo está atento o embebido con la muleta de su lidiador.
Es relativamente sencillo explicar pero muy difícil es hacer. Los toros se rigen en su conducta y embestida por dos principios básicos: De lo que se mueve a lo que no, lo que se mueve y segundo de lo que se mueve a lo que esté más cerca. Entendiendo este sencillo concepto dual caeremos en cuenta del porqué la mayoría de los percances durante una lidia ajustada. Un pequeño error del matador en el movimiento de la muleta al momento en que el toro inicia la embestida y se descubre inmediatamente la violación a la regla, es decir, si el matador mueve hacia el recorrido teórico del toro, la muleta acelerando más rápido de lo que el toro avanza, generará un espacio mayor quedando el cuerpo ahora como lo más cercano y entonces llega la cornada.
El ajuste perfecto de la velocidad con la que el toro embiste hacia la muleta y su distancia (rapidez) son clave para que no se dé el espacio que confunda al toro a embestir otra cosa. El ejercicio repetido de ésta acción se llama temple. Ahora bien, por la condición misma de cada toro, el cómo sale de la suerte de varas (así se le llama al acto concatenado de picarle y ponerle banderillas), se podrá, en dos o tres tandas de muletazos, saber si el toro embiste rápido, y si lo hace con la cabeza en alto o la logra bajar durante la embestida (condición ideal), aquí entonces se agrega una variable a la ecuación que estamos definiendo, la altura. Hay toros que sienten incomodidad al momento de embestir si bajan la cabeza mucho y entonces hay que “ayudarlo” elevando del piso la muleta para desahogarlo. No hacerlo puede provocar que se resista a embestir o que lo haga protestando (movimiento de mover hacia los lados y dando alzadas intempestivas su cabeza durante su paso).
Por último, la distancia. Esta se define como el espacio entre el torero con su muleta y el lugar donde se encuentra el toro, hay animales que a un metro y medio o más pueden iniciar la embestida al citarlos y otros a los que basta medio metro. Con esta y las dos anteriores definiciones se conforma la ecuación fundamental del toreo (ya hablaremos después de los estilos particulares de torear): distancia, rapidez y altura, entonces, estos son los ingredientes básicos para una posible faena. Ojalá todos los toreros al momento de estar frente a un toro no olvidaran esta ecuación del éxito, sé que es muy difícil. ¡Ole!
Ojalá todos los toreros al momento de estar frente a un toro no olvidaran esta ecuación del éxito…