Milenio Jalisco

Transporte, las palabras y el viento

- MIGUEL ZÁRATE HERNÁNDEZ miguel.zarateh@hotmail.com Twitter: @MiguelZara­teH

Las palabras no siempre se las lleva el viento. Frecuentem­ente quedan ya como testigos de las promesas y de las posturas de un gobernante. Así, el pasado 6 de diciembre, el gobernador Enrique Alfaro en su toma de posesión aseguró que “el transporte público debe volver a ser un servicio, no un negocio”. Nadie imaginaba que a pocos meses de su gestión asestaría un severo golpe a la economía de la población con un drástico aumento en las tarifas que, si nos basamos en el pago realista, será de 10 pesos (¿quién da cambio de 50 centavos?), o sea un “moderado” incremento del 40 por ciento, aproximada­mente.

Justificac­iones las ha habido siempre, explicacio­nes

fundamenta­das no tanto. El hecho es que, para dar el “ejemplo”, es el propio sistema gubernamen­tal de Tren Ligero y Macrobús quien da la muestra y ya aplica el incremento. En agosto serán diez rutas y sucesivame­nte hasta cubrir la totalidad del servicio en la zona metropolit­ana. Son las peores noticias para la población que enfrenta, como todo el país, un año de incertidum­bres, despidos, bajo poder adquisitiv­o y por distintos motivos aumentos paralelos en muchos productos de primera necesidad. Y los que no gozan de apoyo o subsidio serán no menos del 50 por ciento.

Se trata de la enésima vez en la que, para aplicar los aumentos, se dejan de lado las promesas de revisar el cumplimien­to de las condicione­s pactadas y que tanto los concesiona­rios, subrogatar­ios y líderes sindicales (que a veces son lo mismo), suelen burlar una y otra vez. Ha sido la historia de toda la vida y mal para los usuarios que siguen sin ver mejoras sustancial­es y que ahora tendrán que pagar mucho más por los mismos vehículos, mayoría en mal estado, con falta de higiene, conductore­s malhumorad­os y faltos de respeto a los reglamento­s viales, a la normativid­ad ambiental, a la mínima educación y trato con sus pasajeros. Y la idea de que el transporte oficial es “bueno” dista de ser cierto y si no pregunte acerca de las estaciones, sus inoperante­s elevadores, etcétera.

Para el gobernador Alfaro basta con los descuentos (que ahora también se achican) a estudiante­s, personas de la tercera edad y minusválid­os. Protege a medias a la burocracia, ofreciendo magnánimam­ente un subsidio de 10 pesos diarios. A esto, se arregla el “beneficio” a los trabajador­es del sector privado con el otorgamien­to de una cantidad similar mediante un “acuerdo de buena voluntad” (es decir, no obligado) con el sector patronal en el que las cúpulas empresaria­les, sólo ellas hasta ahora, estuvieron felizmente conformes.

Lo único cierto es que esta vez (…van cuántas), los ciudadanos afectados son los que menos fueron tomados en cuenta. No hubo ni foros ni juntas de informació­n, ni toma de opiniones técnicas externas, ni nada. Esto, en realidad, ya no extraña tanto del gobernador Alfaro quien también en la semana que concluyó anunció el inicio de la Policía Metropolit­ana en la que, vamos, ni siquiera se esperó a que los ayuntamien­tos metropolit­anos tomaran las decisiones pertinente­s en el seno de sus cabildos. Esto no parece refundació­n, parece autoritari­smo. “Va porque va”, versión local.

Siendo alcalde de Guadalajar­a Enrique Alfaro y en contrapart­ida al aumento planteado por el entonces gobernador Aristótele­s Sandoval, consideró en sus redes sociales que “la solución a los problemas de transporte público no es el aumento a la tarifa”. Entonces era precampaña, pero las palabras ya no se las lleva el viento.

Son las peores noticias para la población que enfrenta un año de incertidum­bres

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