La madeja israelí
La venganza y la tragedia a menudo suceden al mismo tiempo. La ejecución de dos israelíes en Plaza Artz puede estar relacionada con la detención y extradición, tres días antes, de otro peligroso delincuente en Cancún, lo que devela una hebra de los movimientos en las organizaciones que se disputan el tráfico de actividades ilícitas en nuestro país.
El negro historial delictivo de
Ben Sutahi, Benjamin Sutchi o Jony Ben —quien después de escapar de una prisión en Israel junto con Erez Akrishevsky en 2001, aparece pocos años después como consultor de algunos miembros de la comunidad judía ante la ola de secuestros que sacudían al entonces DF—exhibió en Plaza Artz la (firma) consecuencia de las traiciones.
Sutchi se relacionó con los operadores del cártel de los Beltrán Leyva y conoció los negocios de los que fue partícipe y sus complicidades con autoridades capitalinas y federales, lo que encendió las alertas del gobierno israelí, que a través del Mossad entregó un dosier con toda una investigación, en la que no participó el (ex) Cisen, a mandos de la policía capitalina para su detención, llevada a cabo en junio de 2005, cuando se encontraba en el Hotel Tacubaya con Karina Verónica Pardavé Díaz.
Sutchi antes de ser extraditado declaró sus vínculos con George Khouri Layón El Coqui y medios israelíes han constatado que cumplió una larga condena antes de ingresar nuevamente a México en febrero de este año mientras su amigo Erez Akrishevsky seguía prófugo de la justicia pese a contar con una ficha roja desde 2001 hasta su curiosa detención en Cancún tres días antes de la aparatosa balacera en el citado centro comercial.
Una línea de investigación pasa por Cancún y la red de vínculos con cárteles que ambos israelíes tejieron con los años. Un dato relevante será conocer la identidad y el rol de la mujer con peluca rubia que estaba con Benjamin Sutchi y Alon Azulay en la mesa antes de ser abatidos, saliendo ilesa del atentado.
Esta madeja delincuencial conllevará todavía varias secuelas en lo que parece ser un ajuste de cuentas en una transacción millonaria que ha develado, entre muchas cosas, la imperdonable vulnerabilidad del aparato de inteligencia mexicano.
El tiroteo revela lo vulnerable del aparato de inteligencia