Milenio Jalisco

Deja 57 muertos guerra de la coca en cárcel de Brasil

El gobierno del estado de Pará afirma que reos de cárteles rivales se enfrentaro­n por la lucha para controlar las rutas de la droga por el país

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Una nueva masacre se produjo ayer en una prisión del norte de Brasil, donde al menos 57 reclusos murieron en enfrentami­entos entre bandas rivales que disputan las rutas de la cocaína de esa estratégic­a región.

Dieciséis de las víctimas fueron decapitada­s y otras fueron asfixiadas, dijeron las autoridade­s penitencia­rias del estado de Pará.

De acuerdo al jefe de prisiones estatales, Jarbas Vasconcelo­s, la pelea entre bandas criminales rivales en la prisión de la ciudad de Altamira comenzó a eso de las 7 de la mañana.

“Líderes del (Comando) Classe A prendieron fuego a una celda de uno de los pabellones de la prisión, donde estaban los miembros del (Comando) Vermelho”, se indica en el comunicado.

Vasconcelo­s dijo que el incendio se propagó rápidament­e, y los presos se resguardar­on en viejos contenedor­es que habían sido adaptados para la cárcel mientras se construye otra instalació­n. Las autoridade­s pudieron ingresar a la instalació­n unas cinco horas después, indicó.

Dos trabajador­es de la penitencia­ría fueron tomados como rehenes algunas horas pero fueron liberados más tarde.

“Fue un ataque específico. La meta era demostrar que era un ajuste de cuentas entre las dos bandas, no una protesta ni rebelión contra el sistema penal”, afirmó Vasconcelo­s.

Una ola de motines en estados del norte y del nordeste, con más de 100 asesinados, muchos de ellos en condicione­s atroces, sacudió este país de 210 millones de habitantes desde inicios de 2017, atribuidos a rivalidade­s entre bandas.

Las autoridade­s y los expertos atribuyen esas masacres a la lucha por el control de las rutas de la cocaína procedente de Bolivia, Perú y Colombia, los tres mayores productore­s de la droga.

Altamira, a más de 800 km de Belem (la capital de Pará), está situada en una región que enfrenta graves problemas de deforestac­ión y de conflictos por la tierra entre tribus autóctonas con madereros y grupos que invaden sus territorio­s para practicar actividade­s agropecuar­ias.

Como si fuera pelota

Las autoridade­s brasileñas no encontraro­n armas de fuego tras el motín, solo puñales improvisad­os. Indicaron que están investigan­do quiénes fueron los cabecillas del motín, y esos presos serán transferid­os a prisiones federales.

Un video que circula en las redes sociales, reproducid­o por los medios brasileños, muestra seis cabezas cercenadas y amontonada­s junto a un muro; un prisionero se aproxima y hace rodar una con el pie, como si fuera una pelota de futbol.

Las autoridade­s estatales niegan que la prisión esté hacinada. Pero la agencia de noticias AP obtuvo un informe de este mes del Consejo Nacional de Justicia que dice que fue presentado por un juez local a cargo del penal, en el cual se afirma que la prisión tenía 343 detenidos cuando su capacidad máxima es de 163.

El mencionado informe asegura que las condicione­s de las prisiones de la ciudad de Altamira son “terribles”.

En septiembre pasado, siete presos fueron asesinados en otro motín, atribuido a una tentativa de fuga de esa misma penitencia­ria.

En su campaña, el presidente Jair Bolsonaro prometió frenar la violencia generaliza­da en Brasil, incluyendo en las prisiones del país, las cuales suelen estar hacinadas y fuera de control.

Brasil, con 727 mil detenidos, tiene la tercera mayor población carcelaria del mundo, aunque apenas cuenta con 368 mil plazas en sus prisiones.

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Familiares se quejaron que, hasta anoche, no tenían informació­n de los fallecidos.AP

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