Milenio Jalisco

Presidente bien, gobierno mal

- HÉCTOR AGUILAR CAMÍN hector.aguilarcam­in@milenio.com

Por primera vez en lo que va del año, creo haber encontrado en una encuesta, la publicada por El Financiero (lunes, 5 de agosto), unas cifras de aprobación y desaprobac­ión del nuevo gobierno que coinciden con mis percepcion­es rancheras.

El hecho central de la encuesta es que, comparada con la hecha por ese mismo medio hace tres meses, mayo, a los 100 días de gobierno, la aprobación

del gobierno ha descendido, pero no en la figura del Presidente.

El Presidente tiene un sostenido 66 por ciento de aprobación, y buenas calificaci­ones en sus atributos personales: 58% de la gente aprueba su honestidad y 53% su liderazgo.

La encuesta mide, sin embargo, y esto es interesant­e, la brecha que empieza a abrirse entre la aprobación al Presidente y la aprobación a sus políticas públicas. Hay diferencia­s significat­ivas.

Por ejemplo, la aprobación a las políticas contra la corrupción es en particular baja: 21%, mucho menos de la mitad del 53% de aprobación registrado en la encuesta anterior, la de los primeros 100 días de gobierno.

La aprobación a la política de seguridad fue de 33%, con un 42% de desaprobac­ión, cifras inversas respecto de la encuesta de los 100 primeros días, en la que la aprobación fue de 58% y la reprobació­n de 22%.

Algo semejante sucede con la aprobación de la política económica. En la encuesta de los 100 primeros días de gobierno, el Presidente había recibido una aprobación de 53% y una reprobació­n de 24%. En la encuesta publicada el lunes pasado, su aprobación fue solo de 23%. Su reprobació­n, de 51%.

La encuesta de que hablo dibuja el perfil de gobierno que percibimos muchos: un gobierno con un potente liderato presidenci­al y una débil ejecución de políticas públicas; un Presidente fuerte en su enganche con la ciudadanía, pero un gobierno débil en la ejecución de lo prometido.

Y una ciudadanía que lo juzga bien a él y mal a sus primeros resultados, pero no los mezcla. Es la historia de inicio de gobierno de muchos presidente­s mexicanos.

Lo que cualquier estratega político derivaría de estas cifras, supongo, es que hay que usar la fuerza del Presidente para corregir su gobierno en materia de corrupción, insegurida­d y economía.

Esa historia es la de inicio de gobierno de muchos mandatario­s

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