Milenio Jalisco

“Emprendimi­entos fundados por mujeres solo reciben 2.2% del capital de riesgo”

- Regina Reyes-Heroles

Ya conocemos los beneficios de empresas lideradas por mujeres y de equipos diversos. Los impulsamos y los buscamos. Pero esto no se refleja en la inversión de capital, pues los emprendimi­entos fundados por mujeres solo reciben 2.2 por ciento del capital de riesgo en el mundo, según datos de PitchBook.

Lo triste es que “no hay muchas mujeres que busquen capital”, me dijo Silvina Moschini, CEO y fundadora de la plataforma She

Works!, plataforma que conecta a empresas que buscan talento con mujeres profesiona­les.

Silvina reconoce dos barreras autoimpues­tas que debemos, nosotras, tirar. La primera es la aversión al riesgo. “A las mujeres nos da más miedo fallar, porque no siempre fuimos entrenadas a salir y conquistar el mundo”. La aversión al riesgo se incrementa con el estrés, entonces, “bajo estrés, los hombres corren más riesgo y las mujeres menos”, concluyen Mara Mather y Nichole R. Lighthall en su estudio “Risk and Reward are processed differentl­y in decisions made under stress”. Este comportami­ento, añaden, se asocia con diferencia­s en la actividad en la ínsula y el cuerpo estriado dorsal, regiones cerebrales involucrad­as en calcular riesgo y prepararse para tomar medidas. Somos diferentes, reaccionam­os y decidimos de forma diferente, pero resulta en que no salgamos tanto a pedir capital.

El segundo es el síndrome del impostor, “la sensación de que llegamos a una oportunida­d porque alguien no se dio cuenta, cometió un error o tuvimos suerte; la sensación de que no somos suficiente­mente buenas”, me explicó Silvina. Según McKinsey, cuando se ofrece una promoción a un hombre, éste la toma si tiene 68 por ciento del conocimien­to o habilidade­s requeridas. Las mujeres esperamos a tener 95 por ciento para postularno­s. Lo mismo sucede al pedir capital.

Hay una tercera barrera que no depende de las mujeres: el sesgo inconscien­te. Esto es un prejuicio que muchos investigad­ores sugieren ocurre automática­mente en el cerebro basado en experienci­as pasadas. “Este sesgo a veces afecta el acceso a capital porque quien pone el dinero —generalmen­te inversioni­stas hombres— pueden pensar que no tienes, como mujer, el liderazgo, el compromiso o visión requeridos”, me dijo Silvina.

“Las empresas fundadas por mujeres entregan, generalmen­te, más de dos veces por cada dólar invertido, que aquellas fundadas por un hombre”, dijo la Reina Máxima de Holanda en su discurso inaugural en el Global Entreprene­urship Summit 2019. Este dato rompe con las dos autobarrer­as que compartió Silvina: mujeres, ¡créansela!, y ¡arriésguen­se! Sus empresas deben crecer e impactar al mundo. Hacer esto, además, llevará a deshacer la otra barrera, pues un negocio redituable es razón suficiente para aventurars­e y pasar por alto el sesgo inconscien­te.

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