“Trump no jaló el gatillo, pero lleva mucho tiempo apuntando al mismo objetivo”
Han pasado más de 20 años desde que Carlos Fuentes publicó su Frontera de Cristal, en la que narra la compleja realidad en la línea luego de la firma del Tratado de Libre Comercio y la promesa de tiempos mejores en la espinosa relación entre ambas naciones.
En el libro, Fuentes advierte que la frontera es una oportunidad extraordinaria
en la que fomentar una cultura de mutuo entendimiento o condenarnos unos a otros a la sospecha, la violencia, la xenofobia y el genocidio.
El sábado pasado, la ciudad estadunidense de El Paso, Texas, se enfrentó cara a cara con los peores miedos de Fuentes cuando un terrorista inspirado en grupos supremacistas blancos entró a una tienda Walmart para matar al mayor número posible de mexicanos.
Lo ocurrido solo puede ser descrito como un atentado terrorista al corazón de la comunidad hispana y a los ideales de mutuo aprecio por los que millones de personas en ambos lados de la frontera trabajan diariamente.
La frontera siempre ha concentrado la atención de Washington, pero desde que Donald Trump lanzó su campaña demonizando a los inmigrantes mexicanos y prometiendo un muro, se ha convertido en la trinchera de una batalla por el alma de los Estados Unidos.
El Paso es una ciudad habitada por 650 mil personas, en la que 80 por ciento se identifica como hispanos. Representa el nuevo rostro de un país muy distinto al que promete el presidente Trump. Esta frontera y la tienda Walmart donde ocurrió el atentado forman parte de un gran experimento social, en el que la migración define una identidad nacional en vez de amenazarla.
Pero mientras comunidades fronterizas como El Paso se convierten en el epicentro del acalorado debate sobre cultura y migración, las llamadas ansiedades demográficas están siendo reemplazadas por balas.
El sábado pasado murieron 22 personas en El Paso, Texas, y 27 más resultaron lesionadas, casi todas eran de origen mexicano.
Donald Trump no jaló el gatillo, pero lleva mucho tiempo apuntando al mismo objetivo.
Trump no jaló el gatillo, pero siempre apunta al mismo objetivo