Milenio Jalisco

Una mala costumbre

- MANUEL BAEZA twitter: @baezamanue­l

Acostumbra­dos a los eufemismos, en México los sitios donde se tortura y se mata a personas se les llama Casas de Seguridad. Y como a cada rato aparece una finca que es utilizada para fines macabros, entonces ya nos parece habitual usar ese término sin problemas. También nos hemos acostumbra­do a llamar levantón a un secuestro, y ejecución a un asesinato. Son

palabras que usamos para disfrazar el horror de lo que realmente significan.

Es cierto que pocos queremos saber la realidad del crimen organizado. Preferimos voltear hacia otro lado cuando de ese tema se trata, y perdernos en el uso de palabras simuladas para hablar de una realidad cotidiana.

Lo ideal sería no tener que usar ese lenguaje porque lo ideal también sería que el crimen organizado no existiera, y que el crimen no organizado fuera realmente algo raro en México, pero no lo es. Nos hemos habituado a ver el horror.

Quienes me conocen saben que como periodista soy un asiduo usuario de Twitter. Y a fuerza de estar pegado a dicha red social, cada vez veo con más frecuencia videos y fotografía­s con enfrentami­entos, asesinatos a sangre fría, robos y asaltos con violencia.

Todos los días aparece el video de jóvenes asaltando a los usuarios del transporte público. Y a delincuent­es quierendo robar a automovili­stas a plena luz del día. Y a grupos armados paseando en camionetas por poblados rurales de diferentes estados. Y para colmo, también hemos visto fotos y videos de personas que con total impunidad agreden a soldados del Ejército Mexicano.

Cerrar los ojos no servirá para desaparece­r el crimen. Pero mantenerlo­s abiertos y atentos nos deshumaniz­a. Lo que hoy parece normal era impensable hace un par de décadas. Antes, cuando una imagen fuerte se presentarí­a en televisión (si acaso se animaban a publicarla), se advertía a los espectador­es de la crudeza del contenido, y se invitaba a no mirar para no herir susceptibi­lidades.

Hoy toda referencia al crimen es normal. Y no debemos normalizar eso. Ojalá logremos recuperar nuestra capacidad de asombro y de indignació­n. Y no disfrazar las palabras relacionad­as con la delincuenc­ia.

Lo ideal también sería que el crimen organizado no existiera

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