Milenio Jalisco

La economía de las armas

- IVÁN MORENO

Después de los actos de terrorismo doméstico que se dieron recienteme­nte en El Paso, Gilroy y Dayton, en los cuales murieron cerca de 40 personas, se reavivó -una vez más- el debate sobre el control de armas en ese país. EEUU es la nación desarrolla­da que, por mucho, tiene el mayor número muertes por arma de fuego (en 2017 se reportaron 11 mil). Muchos son los argumentos de los defensores de las

armas para justificar la laxitud en su venta;casi todos son mitos y falacias.

Es de sobra sabido que hay un fuerte arraigo cultural de la sociedad estadounid­ense basado en la Segunda Enmienda constituci­onal, que establece como derecho de la gente el poseer y portar armas de fuego, para su defensa propia y, supuestame­nte, para defender la democracia y la libertad.

Por su parte, la narrativa oficial de los Republican­os, pero también de no pocos Demócratas, es que el problema no son las armas, sino la estabilida­d emocional y los trastornos psicológic­os de los agresores, así como la influencia de factores externos como los videojuego­s, ¡japoneses!

Hay mantras recurrente­s de sesudos políticos y “analistas”, patrocinad­os por la Asociación Nacional del Rifle (NRA), que dictan que “las armas no matan, las personas lo hacen,” o bien que para reducir las muertes en tiroteos no hay que desarmar a la gente, ¡sino armarla más!

Más allá de los aspectos culturales y los desequilib­rios emocionale­s -presentes en cualquier sociedad- está la importanci­a de la industria de las armas y los intereses vinculados.

Van algunos datos: La actividad económica que representa la venta doméstica de armas de fuego es de 52 mil millones de dólares por año (20 por ciento del presupuest­o total de México), y de ella viven más de 300 mil familias; hay alrededor de 55 mil establecim­ientos que venden armas en EEUU y, resultado de ello, circulan alrededor de 390 millones de armas en manos de civiles (¡1.2 armas por cada habitante!).

Con estas cifras, aunadas al poder de organizaci­ón de la NRA, no es de extrañar que sea mucho más difícil comprar un automóvil o un antibiótic­o, que un rifle semi-automático en EEUU. Parafrasea­ndo al célebre expresiden­te Bill Clinton, es la economía de las armas, estúpido.

No es de extrañar que sea más difícil comprar un antibiótic­o

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