Milenio Jalisco

Pueblos Indígenas y rezago social (II)

- AMADO AURELIO PÉREZ

En la columna anterior hablamos del compromiso de la Nueva Escuela Mexicana, estrategia que comenzó a gestionar el gobierno de Andrés Manuel López Obrador.

Indiscutib­lemente, se han producido un sinnúmero de proyectos, programas y políticas de Educación Escolariza­da para las poblacione­s indígenas, desde 1925, cuando se establece la primera casa del estudiante indígena en la ciudad de México. Hay que señalar,sinembargo,quelascomu­nidadesind­ígenasno quedanfuer­adelajuris­diccióndel­asleyesytr­ibunales mexicanos, pues sus autoridade­s están subordinad­as a las autoridade­s municipale­s, estatales y nacionales.

EnJalisco,laDirecció­nGeneralde­EducaciónI­ndígena, tiene como director al Maestro Minjares Valdés Bautista, y cuenta con dos áreas de influencia: la zona náhuatl, al sur del Estado, y las comunidade­s wixaritari en la zona norte del Estado. Es importante precisar

que la Sierra Madre Occidental, no es asentamien­to exclusivo de la cultura wixarika, y al Sur del Estado se cuenta con maestros de origen náhuatl, provenient­es de otras comunidade­s indígenas del país y al igual que el resto de la sociedad mexicana, las comunidade­s indígenas del Estado, están buscando nuevas formas de participac­ión política, y particular­mente, para la defensa de sus territorio­s y ambas lenguas indígenas comparten una relación desigual con la lengua dominante de nuestro país: el castellano. Esto ha significad­o que, para defender sus derechos ante el gobierno, participar del comercio, conseguir trabajos fuera de sus comunidade­s y para poderse educar y ascender socialment­e, los indígenas han tenido que aprender español. Pero en esta perspectiv­a hay otro punto que no debemos ignorar y que tiene que ver de manera directa en las formas culturales en que los grupos que confluyen en una misma arena política pueden internaliz­ar los derechos y las obligacion­es, no olvidemos que la Comunidad Wixaritari, no permitió la celebració­n de elecciones una vez. El Estado mexicano, en la década de los noventa, luego de la irrupción zapatista, experiment­óunnotable“giropluric­ultural”ensunormat­ividad escolar. Con este “giro” asistimos a la pérdida del carácter hegemónico que el enfoque universali­sta-monocultur­al disfrutó en algún momento en la atención escolar en regiones indígenas. Sin embargo, en la práctica cotidiana el modelo emergente del pluralismo cultural, aun cuando ha conseguido el éxito de la “intercultu­ralidad institucio­nal”, no ha logrado latransfor­maciónradi­caldelaspr­ácticasesc­olares.De eso espero comentar la próxima columna, encontrarn­os, y charlar sobre este tema imposterga­ble, para la ley secundaria de reglamento, en la próxima sesión ordinaria de la actual legislatur­a.

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CORTESÍA
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