Las malas notas del periodismo
Había una vez (y no es cuento) un hermoso pueblo en la montaña a donde llevaron a un grupo de reporteros a encontrarse con su yo responsable, con su perfil generoso guiados por un viejito sabio, el gurú de la ética periodística.
Eran los prolegómenos del Siglo 21 cuando el entonces Instituto Federal Electoral encabezado por José Woldenberg emprendió la tarea de realizar talleres por todo el país para sensibilizar a los trabajadores de los medios de comunicación sobre la responsabilidad de informar responsablemente sobre los procesos electorales, hasta entonces, manchados por miles de vicios atribuidos a los partidos y los gobernantes de entonces.
Así fue que convocados por la entonces Junta Local del IFE un grupo de reporteros -yo de colado, por supuestoacudimos a Tapalpa a unseminariodeactualización electoral que incluyó tres módulos (si mal no recuerdo) con el periodista colombiano Javier Darío Restrepo quien, muy a su estilo, pecó de paciente al atender a uno que otro inquietocomunicadorperofacilitóeldiálogo entre celosos competidores de la nota diaria.
Javier Darío tenía el poder de ganarse tu confianza en minutos, enseñarte con humildad y llevarte con sus preguntas a razonamientos sobre el deber ser del periodismoencualquieradelascircunstancias o entornos en los que se encuentre. Ni la precariedad ni el riesgo deben alterar su sentido social.
Además tenía la cualidad de atender a cientos o quizá miles de reporteros a la distancia en consultas epistolares mucho antes de que se popularizaran las redes sociales y sin pedir a cambio ningún tipoderemuneraciónocréditoenciertos proyectosdeinvestigación.Poresoduele supartida,nosoloporlacalidaddeperiodismo que ejerció en su país durante una época convulsa, sino porque dedicó gran parte de su vidaacompartirportodo el continente lo que sabía que era el mejor periodismo, no de qué información hablar sino de cómo obtenerla.
Su lamentable muerte se sumó en estos días a una noticia sobre una fuerte reducción de espacios laborales para comunicadores en algunos medios, lo que en conjunto podría dejar un sentimiento de tristeza, pero que en realidad deben avivar el deseo y la inspiración por hacer un mejor periodismo.
Javier Darío tenía el poder de ganarse tu confianza en minutos