Buena telenovela, malo lo demás
Quiero regañar con todas mis fuerzas a los señores de Imagen Televisión. No puede ser que tengan Nadie me quita lo bailao y que no la hayan sabido ni vender, ni programar ni promover.
Eso es no tener ni la más mínima noción del negocio de la televisión.
Nadie me quita lo bailao es una de las mejores bioseries que se han hecho desde que se comenzaron a crear esta clase de contenidos en América Latina.
Es una coproducción entre Disney, RCN y Fox Telecolombia protagonizada por Julián Román, el queridísimo actor que le dio vida a Juan Gabriel en Hasta que te conocí.
Estamos hablando de la vida de Beto Pérez, el inventor de la Zumba, ese negocio maravilloso que ha servido para promover la música, la salud y el deporte en el mundo entero y que seguramente usted ha practicado en su gimnasio, en su casa o en algún espacio público.
No sabe usted qué historia tan más hermosa, positiva, diferente, entrañable y aspiracional.
Es justo lo que podría enloquecer a las multitudes en este país. Es justo lo que muchas familias apoyarían ante la saturación de oscuridad, violencia y narcoseries que estamos padeciendo.
¿Y qué hacen los señores de Imagen Televisión? La cambian el nombre como para que nadie la ubique y en lugar de ponerle algo tan mexicano como ¡Y lo bailado quién me lo quita!, la bautizan Zumba.
Eso es justo lo que ningún amante de las telenovelas voltearía a ver. Es como nombre de informercial, de otro tipo de programa, una invitación a cambiarle de canal.
Por si esto no fuera suficiente, considerando que este concepto es mil veces más cercano a nuestra cultura que los melodramas turcos y que podría contribuir a heredarle un rating ejemplar a Imagen Noticias con Ciro Gómez Leyva, ¿dónde lo programan?
A las 19:30, entre Toma mi mano y Amor y odio como para romperle el esquema a los hábitos y costumbres de las audiencias que estaban acostumbradas a sintonizar esa frecuencia en ese momento, como para impedir que le vaya mejor al noticiario estelar.
Se necesita ser o muy arrogante o muy ingenuo como para suponer que el gran público mexicano, el que hace los números, va a dejar de ver a esa hora dos propuestas tan posicionadas como La rosa de Guadalupe y Exatlón México para cambiarle a ver Zumba.
Ahora, si ya sabemos que los televidentes de este país amaron a Julián Román por la vida de Juan Gabriel, ¿qué hubiera sido lo más lógico?
Que Imagen Televisión lo hubiera traído a México, que lo hubiera llevado a los centros comerciales para que la gente se tomara fotos con él, que le hubieran hecho programas especiales con Gustavo Adolfo Infante, una gira interna muy espectacular.
¿Y qué pasó? Nada. Una que otra nota abstracta en dos o tres periódicos. Nada.
¿Sabe usted cuántos anunciantes hubieran matado por asociar su marca a este título si las cosas se hubieran hecho bien? ¿Ahora entiende por qué quiero regañar a estos señores?
Si a usted le gustan los contenidos alegres, las historias de vida que inspiran, el trabajo de alguien tan grande como Julián Román, la música, el amor y el deporte, luche por ver esta equivocación, si es que puede, de lunes a viernes a las 19:30 por Imagen Televisión. Le va a gustar. De veras que sí.
No sabe usted que historia tan más hermosa, positiva, diferente, entrañable y aspiracional