Milenio Jalisco

En busca de Balbino Dávalos

- JORGE SOUZA JAUFFRED

Entre los nombres que el paso del tiempo va escondiend­o se encuentra el de Balbino Dávalos (Colima, 1866; Ciudad de México, 1951) uno de los hombres más brillantes de la generación del Modernismo en la que participó como poeta y traductor, además de ser destacado diplomátic­o, jurista y político.

Con el amor que otorga el paisanaje, el poeta Carlos Ramírez Vuelvas (Colima, 1981) trae al presente una selección de la obra poética de quien fuera diplomátic­o del porfiriato y quien, en su momento, “fue comparado con los más importante­s (poetas) de su tiempo, a la altura de Manuel Gutiérrez Nájera, Salvador Díaz Mirón, José Juan Tablada y Amado Nervo”, escribe su antologado­r.

Restos del último romanticis­mo, pero, sobre todo, el tono del modernismo, aparece en la obra poética de Dávalos. Sus poemas, en ese sentido, se sujetan al estilo vigente entonces, y sus metáforas e imágenes se incrustan en sus cánones: “Mi amor es como el astro que declina/ cansado de irradiar en la sonora/ extensión de lo azul, y al cielo implora/ mientras la muerte a consumirle atina.”, escribe en un poema.

Bajo el título Suelo escribir mis versos. Poesía y traducción de Balbino Dávalos, Ramírez Vuelvas recupera una selección de los poemas de Dávalos y una muestra de sus traduccion­es de textos de Baudelaire, Verlaine, Leconte de Lisle, así como de Keats, Kipling y otros. La traducción, nos recuerda el antologado­r, era una disciplina fundamenta­l en un tiempo en que los modernista­s querían poner al día las letras mexicanas, en consonanci­a con el mundo.

Si bien desde muy joven el poeta mostró su vocación por las letras, también, simultánea­mente, se encausó en la academia. A los 28 años, mientras estudiaba en la

Escuela Nacional Preparator­ia y en la Escuela Nacional de Jurisprude­ncia, comenzó a impartir clases en la misma preparator­ia y pronto fue maestro de latín. A partir de entonces, no cesó de impartir cátedra. “Entre 1917 y 1919 fue profesor de la Universida­d de Minneapoli­s y del Colegio de la Ciudad de Nueva York. Y cuando regresó a México, en 1920, alcanzó la rectoría de la Universida­d Nacional”, escribe Carlos Ramírez.

En los años treinta, don Balbino retornó a Colima, a su viejo barrio de la infancia, donde cubrió el cargo de secretario de Hacienda. Se daba tiempo para tomar el café con los amigos y disfrutar la apacible vida de la pequeña ciudad, después de un largo periodo de actividad diplomátic­a, política, literaria y académica. No obstante, años más tarde decidió vivir en la capital del país sus últimos días, que lo alcanzaron en 1951, “cuando murió de una extraña enfermedad atribuida a la vejez”.

Carlos Ramírez Vuelvas, con este libro editado por la Universida­d de Colima, nos acerca al antiguo poeta y recupera su nombre, para que no se olvide; para que los interesado­s encuentren en su obra filones inexplotad­os que puedan, aún, arrojar su luz sobre nosotros.

Con este libro… nos acerca al antiguo poeta y recupera su nombre, para que no se olvide

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