Línea 3: hablar fuerte y claro
Alguien tiene que hablar de manera directa a los usuarios del Tren Ligero, y alguien tiene que hablar fuerte con los responsables del Tren Ligero. El tema de conversación debe ser, por supuesto, las dos fallas que ha presentado el nuevo servicio en apenas unos días.
Y cuando digo que alguien tiene que hablar con los usuarios, me refiero a que es muy importante para todos, principalmente los pasajeros, saber con detalles qué es lo que está pasando. Porque dos fallas en tan poco tiempo no tendrían que ser normales, menos cuando los trenes estuvieron en un periodo de pruebas por semanas completas antes de abrir al público.
Quien paga un servicio tiene el derecho de recibir la atención adecuada. Desembolsar 9.50 pesos por viaje implica que hay un contrato (aunque sea simbólico) entre usuario y operador. Y si hay una falla, a quien en primera instancia se le debe una explicación convincente es a quienes usan la recién inaugurada línea.
Entiendo que en todo equipo y sistema hay posibilidad de fallas. Ocurren en Guadalajara y en cualquier otro servicio de transporte público en México y el mundo. Pero hay que ser lo más transparente posible. No se pretende una explicación plagada de tecnicismos, sino una que oriente y de seguridad a los usuarios. Que cualquier persona que se sube al Tren Ligero, y sobre todo a la Línea 3, tenga la confianza de que puede viajar sin sobresaltos.
Parece verdad de Perogrullo, pero los más importantes son las mujeres y hombres que buscan hacer de la Línea 3 su medio habitual de transporte. Y luego la otra parte. Alguien tiene que hablar fuerte con los responsables del Tren Ligero, pensando que como responsables están quienes recién recibieron la línea, y quienes la armaron y dejaron presuntamente lista para operar.
Tanto tiempo y tanto dinero merecen mejor resultado. El gobernador, o el titular de Obras Públicas del estado, tendrían que intervenir para hacer sentir su voz en un tema que no se debe tomar a la ligera.
El Tren Ligero en su conjunto debe ser una línea de clase mundial, y no se deben tolerar fallas. Hay que dar un manotazo en la mesa, pues hay mucho en juego.
Quien paga un servicio tiene el derecho a la atención adecuada