El trono o el consejo
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Seguido escuchamos decir que el presidente de los Estados Unidos es el “hombre más poderoso del mundo” y durante el mandato de su presidencia quizás lo sea. Sobre todo, porque en las últimas décadas y alrededor del mundo, Estados Unidos incluido, los jefes del ejecutivo le han arrebatado poder a los congresos bajo el manto de eficiencia gubernamental y emergencias después de las cuales no se regresa a la normalidad. En efecto, cada vez es más común que el ejecutivo legisle y, a pesar de ver casos en múltiples lugares del mundo, nuevamente incluyendo Estados Unidos, de evidencia para desaforarlo, frecuentemente se ausentan quienes los pueda someter al orden de la ley. En Estados Unidos la excepción es la Corte Suprema de Justicia.
Verán, mientras que la máxima ocupación de la Casa Blanca es de dos términos consecutivos de cuatro años, el nombramiento a la Suprema Corte es vitalicia. Un presidente no puede pedir la renuncia a ninguno de los nueve jueces, pero la Corte sí se la puede exigir a un presidente y con el estado debilitado del Congreso, es la única entidad con ese poder en elmundo.Puestodemanerasiniestra,unmegalómano recibiría más satisfacción de sentarse en la Suprema Corte que de presidir la Casa Blanca y desafortunadamente vivimos en épocas siniestras.
La Suprema Corte consta de nueve jueces, con lo que evitan el empate en sus decisiones y se ha llegado a considerar deseable en el sistema bipartidista de Estados Unidos una división 5-4 a favor de cualquiera de los dos partidos para proteger el balance sociopolítico. Acuérdense que la Suprema Corte en Estados Unidos no solo imparte ley, también la escribe porque viven en un sistema de derecho de costumbres, en el que rige el precedente y no una ley romana como la de México. No hay autoridad más alta y justo ahora, en la víspera de la elección presidencial, está en juego su balance para las próximas generaciones.
Durante la presidencia de Barack Obama dominaban la Corte los liberales con cinco jueces, pero seis meses antes de su salida falleció Antonio Scalia. Para el procedimiento normal el presidente propone al candidato y el senado lo ratifica. Aunque ese proceso normalmente dura 70 días, los republicanos, quienes gozan del control del senado, bloquearon las nominaciones del presidente hasta la llegada de Donald Trump a la presidencia, quien nominó a un juez conservador para darle la mayoría en la corte suprema. Abusivo o no, tenían los votos para afirmarse y el balance se mantendría... Siempre y cuando la avejentada juez Ginsburg sobreviviera el mandato de Trump.
Ginsburg fue una mujer muy respetada, a pesar de que toda su voluntad era resistir al cáncer de páncreas más allá de la elección, el viernes pasado falleció y todo indica que Trump y el senado republicano la reemplazaránmenosde40díasantesdelaelecciónparagarantizarelcontroldelosconservadoresenlaCortedurante una generación completa con tres jueces jóvenes.
Temas como los derechos reproductivos de la mujer, la legalización de los migrantes indocumentados, la descriminalización federal de la marihuana, la regulación de las policías locales e incluso los múltiples cargos criminales pendientes contra Trump y la resolución de una posible contienda electoral controversial quedan en manos de una corte designada por el partido republicano en un momento de alta contienda en Estados Unidos.