Urgencia de debatir y de entender
El Frente anti-AMLO, con su nada democrática pretensión de que el Presidente dimita y ya, y con su indudable ceguera ante la realidad del país, tiene un punto positivo: hace evidente la urgencia de entender la olvidada circunstancia de México y sus posibles salidas, ya sean lejanas o cercanas a la percepción presidencial.
Nadie les quita su derecho de manifestarse y acampar, pero hay que decir que ni Gilberto Lozano ni ningún otro líder de Frenaaa ha mostrado voluntad alguna de pensar en el país y sus problemas. No sabrían qué hacer si lograran algo. Lozano es un mediocre agitador a quien se conoce en su natal Monterrey, por ejemplo, por sus arengas simultáneas contra el gasolinazo y contra el gobernador Bronco el 5 de enero de 2017, que desembocaron en graves disturbios mientras él se desaparecía.
Nos falta enfocarnos en la realidad y buscarle las soluciones. Por eso, desde mi punto de vista de ciudadano común y aunque solo concuerde en algunos puntos, aplaudo, como ya lo he dicho aquí, al grupo de empresarios que se ha tomado en serio la tarea de explorar algún futuro para el México, que en el sexenio pasado llegó a máximos de tensión y desesperación. La Iniciativa Capitalismo Social, convocada también desde Monterrey por el Centro Eugenio Garza Sada, busca asumir el compromiso ético de toda empresa y “ser parte del combate a la pobreza a través de la construcción de un México más justo y equitativo”. Está claro que ahí sí se puede discrepar, interpretar, argumentar, debatir, convocar y participar con algún sentido.
Y aunque no voté por él, aplaudo también el regreso de Ricardo Anaya, sobre todo por su intento de poner por delante una lectura del presente y una serie de propuestas para someterlas a debate y eventualmente a aprobación mediante el voto.
A Morena, por su lado, lo mejor que le puede pasar como partido es que las campañas por la dirigencia tomen prestada la lógica del médico: dar con un diagnóstico o una serie de diagnósticos y discutir los tratamientos adecuados.
Entender. La lente “conmigo o contra mí” no puede más que distorsionarlo todo. Es cierto que importa cómo lo vea el Presidente. Pero mucho más importante es cómo lo veamos los mexicanos.
La lente “conmigo o contra mí” no puede más que distorsionarlo todo