Violencia política de género
Aprendámoslo bien: la violencia política de género se da cuando existen conductas ejercidas por hombres y/o mujeres cuyo objetivo es minimizar la dignidad de la mujer, burlarse de ella o de su capacidad, agredirla verbalmente, negarle el uso de la palabra o restringirla, ridiculizarla, descalificarla o faltarle al respeto, humillarla en público, chantajearla, golpearla, excluirla de la toma de decisiones y hasta asesinarlas.
Antes era normal que quienes gobernaran fueran hombres. Los muros en las salas de expresidentes le recordaban a todo visitante y asistente que quienes debían gobernar eran hombres. Durante décadas, el poder se usaba contra mujeres, relegándolas, ninguneándoles los espacios, simulando posiciones.
Hoy, la violencia política en razón de género existe y se ha incrementado en los últimos doce años, pero el paso de las mujeres que luchan en la vida pública por acceder a posiciones reales de gobierno, ha dejado huella y abierto brecha en un mundo en donde el poder se resiste a verse utilizado desde la perspectiva de una mujer.
Esta violencia es una más de las múltiples ejercidas con lujo de normalidad contra las mujeres. Este tipo de violencia va dirigida contra precandidatas, candidatas electas, políticas en el ejercicio del cargo; no se limita al periodo electoral pero ciertamente ahí se hace más visible.
Se puede ejercer antes, durante y después de ejercer un cargo. En el ámbito municipal es donde más se presenta este tipo de violencia y aumenta drásticamente en municipios rurales, según estudios e investigaciones recientes. Y otro dato: a nivel de jefatura y dirección es donde más violencia política se presenta.
Tiene un claro objetivo: mantener la minusvalía femenina y advertir a la mujer receptora y a ellas en general, que deben permanecer en el espacio privado. Y tiene sus raíces históricas profundamente arraigadas en sociedades como la nuestra, en donde la educación en el hogar –y luego la formal en las aulas- no ha podido romper con los estereotipos ajustados o etiquetados tradicionalmente a las mujeres.
Ahí, justo en la educación, es donde deben darse los cambios necesarios para transformar a nuestra sociedad, ya.
Justo en la educación, es donde deben darse los cambios