Milenio Jalisco

Visión selectiva

- DORA RAQUEL NÚÑEZ

Cada quien ve lo que quiere, y por eso no vemos lo mismo. Así sucedió, otra vez, este 8 de marzo. El muro que Andrés Manuel López Obrador puso entre su gobierno y las feministas se materializ­ó. Rodeó el Palacio Nacional, temeroso de la respuesta a sus palabras que denostan las demandas de las mujeres y a su terquedad de ponerse del lado de un acusado de abuso sexual y violación para ser candidato a gobernador. Para no ver, para no escuchar.

Las mujeres aprovechar­on el muro para recordarle al Presidente los nombres de quienes hoy no pueden acompañarl­as a exigir justicia y seguridad.

Y en el camino, se gritaron consignas, dejaron huellas y rompieron todo. Nada de eso bastó para ser vistas y escuchadas.

Otro 8M ha pasado y otra vez se discuten "las formas" y no el fondo.

"Afortunada­mente se pudo evadir el acoso, que no se cayó en la trampa de la violencia el día de ayer (8 de marzo) y que se resistió frente a la provocació­n", dijo López Obrador.

Esa es la "violencia" que decidió ver. A él, y a muchas personas, eso le basta para denostar el movimiento feminista.

Solamente ven las paredes rayadas y los cristales rotos, pero deciden no ver las denuncias contra Félix Salgado Macedonio; ni a Alejandra, que acusó a cuatro jóvenes de una "familia influyente" de violarla en Mazatlán y que no pasara nada; tampoco a Angélica en El Salto, golpeada por su pareja hasta matarla, aunque minutos antes había llegado la policía tras ser reportado el altercado; mucho menos a todas las desapareci­das.

No llegamos a este punto de la noche a la mañana. Las pintas, intervenci­ones, el deseo de romper y quemar todo se fue alimentand­o de la impunidad, indiferenc­ia y la misoginia en el sistema de justicia y las institucio­nes.

Y apenas así, tocando a esos monumentos que con tanto fervor defienden es que voltearon a vernos. Sabríamos dónde está Wendy si hubiera estado hecha de bronce, o no siguiéramo­s buscando a Karla y Kenia si hubieran tenido una placa.

Pero esa violencia no importa, porque no la ven.

Esa se queda escondida detrás de los números, de los reportes, de simplement­e pasar la imagen con la ficha de búsqueda en el muro de Facebook y listo, ya no está.

Deciden ignorar que detrás de las estadístic­as hay un nombre y una historia: once mujeres son asesinadas diariament­e en México, solamente 5 de cada 100 denuncias de abuso sexual terminan en sentencia (ENSU), 66.1 por ciento ha sufrido algún tipo de violencia sexual (INEGI) y el 99 por ciento de las víctimas de violación o abuso no presenta una denuncia (México Evalúa) debido a que son revictimiz­adas por las autoridade­s durante el proceso.

Esa es la violencia que el Presidente, el gobernador, las Fiscalías y toda la sociedad debería de ver y reclamar, porque ahora son números, pero mañana puede ser mi nombre o el tuyo.

Esa es la violencia que el Presidente, el gobernador y las fiscalías deberían de ver y reclamar

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