Milenio Jalisco

Una pelea muy cara

- JESÚS HERNÁNDEZ

Cada que Javier Ledesma se acuerda de ese capítulo se ríe, pero al mismo tiempo vuelve a vivir esa adrenalina que se vivía en el Clásico Nacional. Era la Temporada 1982-83 y la euforia por darle vuelta a una semifinal ante el odiado rival era motivo suficiente para celebrar a todo pulmón.

Esa campal que se dio en el juego de vuelta de las semifinale­s entre América y Chivas tiene muchas aristas, se le puede entrar por diferentes lados. Las Águilas ganaron el juego de ida 1-2 en el Jalisco y se burlaron de la afición y de los jugadores tapatíos, pero en el Azteca se les volteó la situación: el Rebaño Sagrado remontó el marcador y avanzó a la Final contra Puebla.

Sí, los rojiblanco­s habían eliminado al poderoso América de Carlos Reinoso, que justo esa temporada había finalizado como líder del torneo con 61 puntos, 21 de ventaja sobre el Guadalajar­a que se había colado a la Liguilla como segundo lugar del pelotón de las Águilas.

“Nadie creía en nosotros y les ganamos 3-0 con gol del Samy Rivas y ahí empezaron los problemas”, recuerda Arturo Javier Ledesma, portero de aquel Guadalajar­a que triunfó en el Azteca.

A casi 40 años de aquella campal, el Zully rememora aquellas épocas donde se comenzaban a dar esas batallas que –afirma– los americanis­tas empezaron. Sin embargo, es consciente que ese tipo de broncas no son sanas para el futbol mexicano, y aunque la gente espera ese tipo de peleas que le dan sabor a los clásicos, considera que por el momento no se van a volver a dar con la magnitud de décadas atrás.

“A la gente le gusta eso de las campales, pero ya es difícil que se dé, el jugador ahora es más civilizado, nosotros éramos más pasionales, no estoy diciendo que sea mejor o peor, pero eso se daba en esos tiempos. Somos ejemplos para la juventud y no era lo mejor acabar así, pero se dieron las cosas así y le entramos a la pelea”.

Cuentan los que estuvieron ese 22 de mayo de 1983 en la cancha del Azteca, que el auxiliar, Nene López Zapian (qepd) y Roberto Gómez Junco se burlaron de la banca del América y los de Coapa se encendiero­n.

Gonzalitos y Anacleto Macías Tolán se dieron con todo, inclusive el masajista del América le

Esa pelea le costó muy caro a las Chivas, el América ya estaba eliminado, el conjunto de Coapa perdió 0-3 en su casa, pero Chivas tuvo que jugar la final ante Puebla con seis bajas, entre ellas la del Zully Ledesma y en un partido definitivo ante la Franja de Poblete debutaba un joven, Gilberto Rodríguez, el Coco, tío de Jesús Corona, portero del Cruz Azul. Demetrio Madero fue el que falló el penalti de Chivas ante el Puebla y el defensor señaló que más allá del hubiera, a Chivas le hicieron mucha falta las cinco ausencias. “Uno entraría en especulaci­ones pensando en qué hubiera pasado si hubiéramos tenido cuadro completo. Todo el mundo sabía que teníamos muchísimas oportunida­des de ganar y al final sí te deja frustrado por esa situación que nos quitó la posibilida­d de ser campeones”.

“Nos dimos, cómo no, no es que me sienta orgulloso de eso, pero eran otros tiempos. La primer bronca fue porque les ganamos 3-0”

“Sí pegué y me pegaron, fue un pleito de barrio, eran partidos con mucho pique previo, fue un incidente normal de futbol y nada más” Javier Ledesma

Ex futbolista pegó a Alberto Guerra con el palo del tiro de esquina y después el mismo masajista capitalino mandó al hospital a Fernando Pillo Dávalos, porque le dio con la cubeta en la frente, una batalla sin precedente­s.

“Nos dimos, cómo no, no es que me sienta orgulloso de eso, pero eran otros tiempos. La primer bronca fue porque les ganamos 3-0, y sí pegué y me pegaron, fue un pleito de barrio, eran partidos con mucho pique previo, fue un incidente normal de futbol y nada más”, cuenta Ledesma.

Aunque fue una pelea que pudo terminar en tragedia, el ex portero rojiblanco no guarda ningún tipo de rencor, puesto que estos partidos se juegan con el escudo por delante y sin achicarse ante el rival.

“Es como en Las Vegas, lo que pasa en Las Vegas se queda en Las Vegas, fue una pelea en la cancha y acabando el partido, ya no pasaba nada. Eran grandes encuentros, mucha pasión y cuentas pendientes, pero no pasaba de ahí”.

¿Dicen que en la segunda campal Alfredo Tena quería pegarte, es cierto?

“Yo también le quería pegar a él – suelta la carcajada–, claro que sí pero te diré aunque no me siento orgulloso, tampoco me arrepiento de nada, tal metíamos mucha pasión, pero así eran nuestros clásicos”, culminó Javier Ledesma.

Las batallas campales son mero recuerdo, ahora los jugadores acaban los partidos y se quedan socializan­do en la cancha con las camisas de los rivales, en las épocas de Quirate, Ledesma o Demetrio Madero era imposible pensar en cambiarse los uniformes, eso ya quedó en el pasado.

De aquellas peleas queda poco o nada, la civilizaci­ón le ganó a la pasión y al odio deportivo.

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