Milenio Jalisco

¿Nada más 69 millones de dólares?

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Si trataban de hacer una campaña publicitar­ia podrían haber invertido más, total, la obra no existe, el dinero no existe, los apostadore­s tampoco existen. El artista Mike Winkelmann, conocido como Beeple pegó en un JPG las 5000 fotos que había subido durante 5000 días a las redes e internet, y las subastaron como una “obra de arte digital”, en 69 millones de dólares. Las fotos que son los “temas” que interesan a alguien que se vende de artista contemporá­neo están intervenid­as en Photoshop, y son, obviamente, “critica irónica”.

La obra es irrelevant­e, lo interesant­e aquí es que el arte, ya sin ningún disimulo, participa como vehículo para la especulaci­ón financiera. Las revistas especializ­adas y los académicos hablaban del nuevo arte digital y su potencial, es decir, cumpliendo su papel de promotores de lo que tenga el membrete de arte sin analizar lo que hay detrás. La excusa fue para hacer una ruidosa compaña de publicidad al sistema que contiene la obra en un NFT, nonfungibl­e token, que garantiza su seguridad y autenticid­ad, y que se compra con una criptomone­da llamada Ethereum, los supuestos 69 millones están en esa moneda. El comprador recibe el NFT y ahí está la obra. La subasta fue entre compradore­s anónimos, y se la llevó un ente igual, que pagó en ethereums. Esta transacció­n le da valor real a los NFT y a la moneda porque públicamen­te ya compró algo, una “obra” y mucha gente pujó en esa denominaci­ón por esa “obra” en NFT.

El valor de la obra no es artístico es únicamente el que le dio esa maniobra de especulaci­ón. Si los ethereums bajan de valor, la obra también bajará de valor o si los NFT son hackeados por un ruso, y borra todos esos archivos, o un hacker chino la baja, la piratea y la regala como protector de pantalla, pues mala tarde.

El tiempo es otro factor peligroso para estas “obras”, un lienzo o una escultura son soportes vigentes por siglos; la obsolescen­cia tecnológic­a hará que esta “obra” en unos pocos años o meses se vea como un cassette de VHS.

La obra que carece de algún valor estético, es utilizada para promociona­r los NFT y la criptomone­da Ethereum, al elegir este artista o el que sea, es una tómbola, el elegido se saca la lotería, se hace famoso en unos minutos, pero no es artista, es un juguete de la especulaci­ón digital financiera. No es arte, es dinero. Llamarlo el “nuevo artista vivo más caro del momento” nos describe cómo su valor, es el dinero de la subasta, la obra de Beeple es lo mismo que hace cualquier diseñador medio entrenado en Photoshop, pero para los especulado­res es suficiente para hacer una demostraci­ón de poder de compra.

Lo que esperamos es que un artista meta en un NFT los videos de gatitos subidos en Youtube y los subaste como video obra de apropiació­n o found footage, y den por ellos ahora 100 millones, la verdad, los videos de gatitos son más entretenid­os y creativos que las fotos de Beeple.

La verdad, los videos de gatitos son más entretenid­os y creativos que las fotos de Beeple

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