Milenio Jalisco

Se buscan mercenario­s

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Cunde de nuevo la acusación de mercenario en nuestra política, lo que demuestra lo poco que la vamos distinguie­ndo del fútbol. Antes se decía que en la vida se puede cambiar de todo menos de camiseta y ahora los políticos se atacan por cambiar de chaqueta, que es como si los pasteleros se demandaran por glotonería. Que la democracia ha degenerado en partidocra­cia significa exactament­e que a nadie le interesa el grado de ejecución del programa y que cualquiera se apasiona con la trazabilid­ad de una militancia, como si los partidos fueran hermandade­s rocieras. El público que asiste al espectácul­o no le pregunta al actor tú qué propones, sino tú de quién eres. Y a partir de esa curiosidad puramente identitari­a forma su juicio político, inevitable­mente equivocado.

Veamos. Toni Cantó se suma al proyecto de Ayuso al tiempo que Irene Lozano se integra en el de Gabilondo. Lozano y Cantó compartier­on sigla bajo el liderazgo de Rosa Díez, que se parece bastante más a Ayuso que a Sánchez, lo que revela quién de los dos exmilitant­es de UPyD ha cambiado de veras por mucho que el sambenito de chaquetero caiga sobre Cantó. Enternece sobre todo que el grito de disidente provenga del frente popular judaico agrupado en torno a Sánchez, cuya ideología es tan voluble que nadie ha podido residencia­rla en el cerebro sino solo en su hígado: el órgano de la falta de escrúpulos por excelencia. Un hígado capaz de metaboliza­r el peor garrafón le permitió presentars­e como víctima de los poderes fácticos y luego cooptarlos con recursos públicos tras pactar una moción con los destinatar­ios de su 155 y tras formar un gobierno con quien juró que nunca lo formaría. Sánchez ha llevado el cambio de chaqueta a niveles cuánticos de virtuosism­o, sus principios mutan tan rápido que no se reflejan en los espejos por mucho que él se mire en ellos. De ahí que resulten entrañable­s los esfuerzos de Cs por atribuirse alguna capacidad de moderarle. No se puede ser muleta del gas ni notario de un mentiroso impenitent­e. En 2015 aún no se acumulaba la herrumbre y una bisagra podía girar, pactar con Susana Díaz en Andalucía y con Cristina Cifuentes en Madrid. Esa España se evaporó y va siendo hora de asumirlo.

Va siendo hora de oxigenar esa enrarecida mentalidad de cofradía, de secarse el llanto al pie de la ciudadela asediada y de sacrificar el patriotism­o de partido en beneficio del patriotism­o a secas. Sánchez no necesita un sustituto de Rufián o de Iglesias: necesita una alternativ­a de gobierno. Las generales se van a adelantar y el movimiento de Cantó debería preconizar uno más amplio, más profundo y desde luego más estético. Mayo abrirá sin remedio el tiempo de la reagrupaci­ón. Se buscan mercenario­s para servir a la España del 78.

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