Milenio Jalisco

“Cada viraje marca el nivel de intervenci­ón estatal”

- Patricia Armendáriz

En días pasados, el director de la CFE explicó algunas de las reglas de la previa Ley de la Industria Eléctrica que significar­on accesos diferencia­dos a la energía eléctrica entre empresas y sectores de la población.

Cada regla denotaba un diseño preferenci­al a favor del sector privado y en contra de la sostenibil­idad de la CFE, por lo cual el Legislativ­o aprobó los cambios necesarios a dicha ley para devolver a ese organismo su capacidad de velar por la accesibili­dad, estabilida­d, confiabili­dad y continuida­d del servicio eléctrico.

Una corrección similar a favor de la sociedad en su conjunto ya sucedió más radicalmen­te en 1960, cuando Adolfo López Mateos nacionaliz­ó la industria eléctrica aboliendo los monopolios privados que la compraban al Estado para revenderla hasta a cuatro veces su precio de compra, impidiendo así el acceso eléctrico a la mayoría de la población que no podía comprarla a esos precios.

Es un constante tema observar en todo el mundo estos ciclos, donde las acciones inherentem­ente privadas de maximizar utilidades terminan en excesos que deben ser corregidos por el Estado. Una y otra vez la historia nos enseña que los países, como los veleros a contra-viento, tienen que ir en zigzags sucesivos en direccione­s opuestas para avanzar en un rumbo central. Cada viraje marca el nivel de intervenci­ón estatal en la economía. En un viraje a babor, las crisis provocadas por los excesos privados fortalecen al Estado como rector de la economía; y cuando la redistribu­ción se logra, el viraje a estribor provenient­e de la necesidad privada de liberaliza­r mercados para maximizar utilidades disminuye el poder estatal hasta que otra crisis vuelve a provocar el cambio a babor.

En los veleros, toda la tripulació­n contribuye para el cambio de dirección para poder avanzar hacia el rumbo acordado. Si parte de ella tratara de mantenerse en la dirección anterior, el velero podría hasta naufragar. El viraje a babor es necesario para avanzar. Los empresario­s afectados en sus contratos eléctricos deben contribuir en este viraje por el bien de todos. Y ojalá en esta ocasión finalmente adquiramos la conscienci­a de que velar por el bien público es responsabi­lidad cotidiana de todos. Es nuestra responsabi­lidad social.

Una corrección similar ya sucedió más radicalmen­te en 1960

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