Los pies en la tierra

El futbolista del momento se pasea por los mercados, un joven de 20 años nacido en Inglaterra, de padres noruegos y criado en la Bundesliga, es la última subasta del talento. Su carta, guardada en un portafolio de combinación secreta, se ha vuelto el documento más valioso de la industria: Haaland garantiza toneladas de goles, un producto escaso. Entre Barcelona, Madrid, Manchester y Londres se mueve una ficha como si de ella dependiera el futuro juego.

Al mismo tiempo, un equipo tierra adentro, el único que queda con auténtica vocación agrícola, se prepara para jugar dos finales del mismo torneo, la Copa del 2020 y la del 2021, en apenas dos semanas. Este tipo de cosas suelen pasarle a una organización centenaria que eligió el heroísmo y la necedad como estilo de vida.

Copero, como los cuadros de solera, el Athletic Club de Bilbao sigue creyendo en un futbol tallado en madera y piedra. Mañana frente a la Real Sociedad de San Sebastián, su gran rival territorial; y dentro de quince días frente al Barça, su gran rival internacional. En Bilbao se aferran a la Copa del Rey como el único título de propiedad que puede seguir avalando sus cosechas.

Viendo jugar a Haaland, pero, sobre todo, viendo cómo se está vendiendo Haaland, el futbol se pregunta cuánto tiempo más resistirá un modelo como el del Athletic, obligado a vivir de lo que su tierra produce. Si pudiéramos medir la historia en kilómetros cuadrados, la pequeña superficie del País Vasco en relación al inmenso territorio del futbol, sería una de las más productivas del mundo. Las próximas dos semanas pueden arrojar dos títulos para un equipo que entiende el futbol de forma artesanal.

En caso de lograrlo, el Athletic Club de Bilbao mandará, una vez más, un poderoso mensaje a todas esas organizaciones que confían a la cantera como pieza clave del ecosistema del futbol: la pandemia, nos ha hecho poner los pies en la tierra.

El Athletic Club de Bilbao sigue creyendo en un futbol tallado en madera y piedra