Milenio Jalisco

La euforia

- ceo@mkf.mx MARCO SIFUENTES

La euforia es un estado mental y emocional desbordado, en el que se experiment­an el júbilo, la felicidad, la excitación y la alegría, con una intensidad poco ordinaria. Esta palabra proviene del vocablo griego euphoria, que en la antigüedad designaba la capacidad de un individuo de soportar una carga o un peso con brío y fuerza.

Este fin de semana comenzaron gran parte de las campañas electorale­s a lo largo y ancho del territorio nacional, con eventos de todo tipo, algunos multitudin­arios, con pantallas LED y mapping en los edificios históricos, otros más austeros con algunos pocos activistas ondeando las banderas y exaltando los colores de su partido, para el momento de tomarse la foto que hoy subieron a las redes sociales.

En esa gráfica, algunos candidatos han posado con su familia, otros con su ejército de militantes y allegados, la mayoría también buscando retratarse y reflejarse con y en los segmentos prioritari­os de cualquier campaña, las mujeres y los jóvenes, los trabajador­es y la gente de a pie.

Ahora bien, si hubo algo que compartier­on todos los eventos de inicio de campaña fue la sensación de euforia, esa que se genera entre la alegría y la emoción que despiertan la puesta en marcha de un nuevo proyecto social y político, con grandes expectativ­as y con la sensación de que pueden con todo.

Los candidatos, sus familias, los seguidores y esa señora sentada en aquella silla a media plaza pública cantando, gritando y coreando el tema musical de la campaña, como si lo hubieran escuchado toda la vida y sonara en la radio en voz de Juan Gabriel, Alejandro o Vicente Fernández.

La gente que canta con la ilusión de ser parte de algo importante y compartido, buscando y encontránd­ose en un mismo anhelo, esperanza o grito de guerra.

Lo cierto es que en ese momento comienza la montañarus­a de las emociones que despierta una campaña electoral.

En los próximos dos meses viviremos una serie de subidas y bajadas desde el plano emocional, que en un mismo día, e incluso por horas o momentos, provocarán en nosotros sensacione­s opuestas y extremas.

Con la llegada de los resultados de una encuesta, un careo por Twitter, una discusión en los medios, o una paliza en algún debate entrará en juego la ardua guerra psicológic­a de las y los contendien­tes y habrá de prevalecer­y ganar la inteligenc­ia emocional con la que cuentan sus jugadores.

En futuras entregas, estaremos hablando de las emociones que despierta la elección, como lo son el miedo y la valentía; la seguridad y la incertidum­bre; la tensión y el alivio; la admiración y la envidia; el éxito y la frustració­n.

Las campañas muestran lo mejor y lo peor al exterior pues para ello están concebidas, sin embargo, al interior de los equipos y del fuero interno de las y los candidatos, se registran tremendos remolinos, terremotos, marejadas y tormentas, que pocas veces se reflejan o trasciende­n al exterior y que son los fenómenos que más inciden en el buen rumbo y desarrollo de la contienda.

No se puede hablar mucho de ello mientras suceden, pero trataremos de compartir aquello se vuelve común, recurrente y determinan­te. Veremos y contaremos. (En colaboraci­ón con Carla Migliore).

En los próximos dos meses viviremos una serie de subidas y bajadas desde el plano emocional

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