La euforia
La euforia es un estado mental y emocional desbordado, en el que se experimentan el júbilo, la felicidad, la excitación y la alegría, con una intensidad poco ordinaria. Esta palabra proviene del vocablo griego euphoria, que en la antigüedad designaba la capacidad de un individuo de soportar una carga o un peso con brío y fuerza.
Este fin de semana comenzaron gran parte de las campañas electorales a lo largo y ancho del territorio nacional, con eventos de todo tipo, algunos multitudinarios, con pantallas LED y mapping en los edificios históricos, otros más austeros con algunos pocos activistas ondeando las banderas y exaltando los colores de su partido, para el momento de tomarse la foto que hoy subieron a las redes sociales.
En esa gráfica, algunos candidatos han posado con su familia, otros con su ejército de militantes y allegados, la mayoría también buscando retratarse y reflejarse con y en los segmentos prioritarios de cualquier campaña, las mujeres y los jóvenes, los trabajadores y la gente de a pie.
Ahora bien, si hubo algo que compartieron todos los eventos de inicio de campaña fue la sensación de euforia, esa que se genera entre la alegría y la emoción que despiertan la puesta en marcha de un nuevo proyecto social y político, con grandes expectativas y con la sensación de que pueden con todo.
Los candidatos, sus familias, los seguidores y esa señora sentada en aquella silla a media plaza pública cantando, gritando y coreando el tema musical de la campaña, como si lo hubieran escuchado toda la vida y sonara en la radio en voz de Juan Gabriel, Alejandro o Vicente Fernández.
La gente que canta con la ilusión de ser parte de algo importante y compartido, buscando y encontrándose en un mismo anhelo, esperanza o grito de guerra.
Lo cierto es que en ese momento comienza la montañarusa de las emociones que despierta una campaña electoral.
En los próximos dos meses viviremos una serie de subidas y bajadas desde el plano emocional, que en un mismo día, e incluso por horas o momentos, provocarán en nosotros sensaciones opuestas y extremas.
Con la llegada de los resultados de una encuesta, un careo por Twitter, una discusión en los medios, o una paliza en algún debate entrará en juego la ardua guerra psicológica de las y los contendientes y habrá de prevalecery ganar la inteligencia emocional con la que cuentan sus jugadores.
En futuras entregas, estaremos hablando de las emociones que despierta la elección, como lo son el miedo y la valentía; la seguridad y la incertidumbre; la tensión y el alivio; la admiración y la envidia; el éxito y la frustración.
Las campañas muestran lo mejor y lo peor al exterior pues para ello están concebidas, sin embargo, al interior de los equipos y del fuero interno de las y los candidatos, se registran tremendos remolinos, terremotos, marejadas y tormentas, que pocas veces se reflejan o trascienden al exterior y que son los fenómenos que más inciden en el buen rumbo y desarrollo de la contienda.
No se puede hablar mucho de ello mientras suceden, pero trataremos de compartir aquello se vuelve común, recurrente y determinante. Veremos y contaremos. (En colaboración con Carla Migliore).
En los próximos dos meses viviremos una serie de subidas y bajadas desde el plano emocional