El equilibrio de poderes
El equilibrio de poderes en regímenes democráticos existe por dos razones principales: 1) evitar el uso arbitrario del poder, y 2) salvaguardar los derechos y libertades de los ciudadanos. Un poder ejecutivo (gobierno federal) que controle al poder legislativo (diputados y senadores), inclinará la balanza a favor del presidente con leyes hechas a modo. Un poder ejecutivo que controle al poder judicial ( jueces y magistrados), se excederá en sus atribuciones y provocará que los derechos humanos se violen.
Por eso es tan importante que en campañas electorales el ciudadano haga uso racional de su voto. Puede y debe votar por quien quiera, al fin es su derecho, pero si a través de la distribución de su voto (lo que se conoce como voto diferenciado), contribuye a ese equilibrio de poderes, entonces el ciudadano estará contribuyendo a fortalecer los principios históricos y las teorías democráticas que dieron origen al Estado como lo conocemos hoy.
El problema es que, al menos en nuestro país, la tendencia ha sido darle el voto al mismo partido en todas las posiciones políticas. Por eso tuvimos gobiernos del Revolucionario Institucional que tenían bajo su control el legislativo y coaptado al ejecutivo. Sucedió casi lo mismo con los panistas y luego llegaron los de Morena.
En particular, esta elección que también se conoce como intermedia, además de medir la simpatía y preferencia del electorado por cierto partido, también sirve para medir qué tanto los partidos en el poder, sea a nivel federal, estatal o municipal, son bien recibidos y bien evaluados por los ciudadanos.
Eso, al menos en teoría y bajo el supuesto que el ciudadano es un ciudadano racional, con una cultura política al menos suficiente y con criterios de campañas limpias y de altura de miras. En la práctica, la guerra sucia y las mentiras como parte del discurso de algunos candidatos es el pan de cada día en muchas campañas, campañas en las que algunos ciudadanos siguen considerando un buen candidato aquel que les lleva playeras, bolsas y gorras.
Mucho nos falta por recorrer para que todos, ciudadanos, candidatos, partidos, autoridades electorales y gobiernos, construyamos el país que queremos.
La guerra sucia es el pan de cada día en muchas campañas