Judas y el Mesías negro
Interesante que el título de la película Judas and the Black Messiah del estadounidense Shaka King remita a personajes de la biblia para narrar sucesos alrededor del movimiento Black Panther a finales de los años sesenta en Chicago. Con un joven “judas”, un infiltrado afroamericano por un lado, y el presidente del partido de las panteras negras como “mesías”, la película narra un capítulo de la historia estadounidense marcado por la represión racial y una serie de asesinatos de afroamericanos originados por el odio y el fantasma de la amenaza al estado y los valores de EUA.
La secuencia introductoria con material de archivo crea el contexto: A finales de los sesenta del siglo pasado el movimiento de las Panteras Negras se había convertido en un partido que apoyaba fuertemente la educación y el mejoramiento de las condiciones de vida de los afrodescendientes. La represión generalizada y el asesinato de Martin Luther King habían radicalizado las posiciones de los miembros del partido cuyas voces escuchamos cantar un himno a la revolución. El presidente de la sección Illinois de los Black Panther Fred Hampton (interpretado por Daniel Kaluuya), formula discursos incendiarios que mueven y convencen no solo a miles de afroamericanos sino también a ciudadanos blancos que simpatizan con su causa.
Con guion y dirección de Shaka King (1980), quien trabajó los detalles de los sucesos con el hijo del activista Hampton, el filme se centra en el personaje del “judas” William O’Neal (Lakeith Stanfield), un joven negro quien, al utilizar un gafete de policía para cometer asaltos, es aprehendido por el FBI que le propone un trato: Colaborar con pasarles información del partido para no ir a la carcel. Como infiltrado Bill sabe ganarse la confianza de Hampton y escala en la jerarquía de mando hasta convertirse en jefe de seguridad. Su contacto en el FBI, el agente Roy Mitchell (Jessie Plemons), trabaja bajo las órdenes del temido Edgar Hoover (Martin Sheen) que considera a los Black Panther los enemigos número uno de los Estados Unidos. “Son peores que los chinos”, comenta en una ocasión. Como espectadores -y aliados del protagonista traidor- compartimos su dilema de verse obligado a rendir cuentas al FBI al mismo tiempo que participa en el movimiento con la convicción de luchar por una causa justa.
El filme ubica la trama en la misma época, el mismo lugar y contexto que las películas El juicio de los 7 de Chicago de Aaron Sorkin y Una noche en Chicago de Regina King. Los tres filmes abonan al entendimiento de la historia y la lucha antiracista en EUA y nos enseñan que el movimiento Black Lives Matters no sólo tiene origen y un largo pasado sino que sigue persiguiendo el mismo fin de justicia de siempre.
Los tres filmes abonan al entendimiento de la la lucha antiracista en EUA