Chanclazo tardío
A hora que todos andamos poniendo nuestras fotos de niño en nuestras redes sociales y recordamos nuestras vagancias infantiles ¿cómo le llamaban en tu grupo o en tu palomilla a aquel amiguito o amiguita que no sabía perder? ¿Cómo les decíamos a aquel que cuando no obtenía lo que quería hacía berrinche, pataleaba y destrozaba cosas?
Muchas veces esas actitudes eran corregidas con distintas chanclas, perdón, con distintos métodos por nuestros padres o por algún hermano o hermana mayor que estaba cerca, pero no siempre era así.
Uno de los casos que recuerdo es un amigo que, en la cascarita de futbol, cuando iba perdiendo o quería que se le contara como bueno un tanto hecho con trampa, él, o echaba bronca o se llevaba el balón o pateaba lejos los objetos que servían de postes de la “portería”, eso que delimita un gol “legal” de uno que no lo es.
A veces creo que muchos de los problemas que ahora sufre México se deben a que el presidente no tuvo en su momento alguien cercano quelocorrigieraatiempo,queleayudara a superar episodios naturales de frustración en la infancia o adolescencia. Facetas que al no ser atendidas acrecentaron su resentimiento social y ánimos revanchistas.
Víctimas de ello fueron miles de personas que padecieron el bloqueo a ReformaenlaCiudaddeMéxicocuandono
consiguió lo que quería.
Uno de sus primeros peores desplantes, ya teniendo el poder, fue el poner como delegados especiales del gobierno federal a sus aliados políticos que perdieronenlaseleccionesdel2018,esdecir,no aceptó su derrota y, como niño berrinchudo impuso a sus incondicionales en distintas regiones el país con facultades extraconstitucionalesperoequiparables –defacto-conelpuesto al que no pudieron llegar por la vía del voto.
En el caso de Félix Salgado Macedonio fue lo mismo: lo impulsó descaradamente y al no poder imponerlo como candidato le entregótodoelpoderdeMorenaenGuerrero y amenazó que va a patear la portería institucional que es el INE.
Nadie desearía que a estas alturas agarraranachanclazosaunsenectomalcriado, tal como nos corregían en antaño, pero tampoco nadie debe permitir que un ardido tardío destruya la vida institucional de México.
Esas actitudes eran corregidas con distintas chanclas