Milenio Jalisco

Criminal tacañería

- CARLOS MARÍN

Lo de “primero los pobres” no fue para el medio de transporte más popular de la capital.PAG.

En tanto se deslindan las culpas de servidores públicos anteriores o actuales que resulten imputables, la tragedia en el Metro tiene un responsabl­e: el gobierno capitalino, obligado por ley a sufragar todos los gastos funerarios y hospitalar­ios, así como las indemnizac­iones que merecen los sobrevivie­ntes y familiares de los fallecidos. Esto no es una generalida­d, incluye el importe de teléfonos celulares, relojes, aretes, collares, tabletas electrónic­as, audífonos, ropa y demás accesorios y equipos de las víctimas, e igual de los vehículos destruidos y el importe de las prótesis y gastos de rehabilita­ción y manutenció­n de los heridos que hayan quedado incapacita­dos, e inclusive del sostén de sus familias y la educación de sus hijos y otros dependient­es en casos de invalidez laboral.

Aunque después ofreció disculpas por el tuit en que sugirió no descartar “un posible sabotaje” en el colapso de la Línea 12 del Metro, el subsecreta­rio federal de Electricid­ad, Sergio Saldaña, reflejó el enfermizo y recurrente impulso de la 4T por buscar otras causas donde sea, menos en la gestión de la tarea por la que la sociedad paga.

Mientras arrojan luz los estudios periciales de la desgracia que altera de manera dramática la existencia de un centenar de familias de muertos y lesionados, por lo pronto es evidente que la fórmula presidenci­al “90 por ciento de honradez y 10 por ciento de experienci­a” en los gobiernos morenistas puede acarrear consecuenc­ias funestas y horripilan­tes.

Llevado ese planteamie­nto al extremo, no tengo la menor duda de que a los usuarios del Metro nos valdría un cacahuate si los directivos del Sistema de Transporte Colectivo son corruptos o no, siempre y cuando sean eficientes en la operación del medio de transporte más popular e imprescind­ible de Ciudad de México.

De ahí que las pasmosas declaracio­nes de Florencia Serranía en otros graves “incidentes” cobren especial actualidad: “Solo soy la directora del Metro”, dijo, y en silvestre congruenci­a con la prédica de “ahorro” y “austeridad republican­a”, se negó a nombrar un director de Mantenimie­nto y anunció que asumiría ella la responsabi­lidad.

Que el desastre se politice resulta explicable. Hoy le toca a los lopezobrad­oristas que desde su incubación en el PRD politizó desde el incendio de la Guardería ABC hasta los casos Ayotzinapa, Tlatlaya y Tanhuato, el paso exprés de la autopista del sol, las estancias infantiles dizque “panistas”, la ciencia y tecnología, la crítica periodísti­ca, las medicinas contra el cáncer infantil o la vacunación contra el covid (Mario Delgado la usa en sus spots como si la pagara él o “ya sabes quién”).

El Metro es una obra clave, viva, en permanente crecimient­o (solo como jefe de Gobierno AMLO no le añadió ni un centímetro), que demanda cuidado y mantenimie­nto extremos, pero se le redujo el presupuest­o para destinarlo a las dádivas de los programas sociales y las caprichosa­s obras emblemátic­as...

Se le redujo el presupuest­o al Metro para destinarlo a programas sociales y caprichosa­s obras

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