Milenio Jalisco

Con la velocidad siempre sale todo mal

- Hector.zamarron@milenio.com @hzamarron

Si existe un límite de velocidad pero no se vigila que se cumpla o si en una avenida el límite es 50 kilómetros por hora pero por sus caracterís­ticas se puede circular arriba de 100 kilómetros por hora, va a ocurrir lo segundo. Como lo establece la ley de Murphy: si algo puede salir mal, va a salir mal.

Eso pasó y pasa en Guadalupe, Nuevo León, conforme un estudio reciente sobre la forma en que se comportan los conductore­s de vehículos en ese municipio.

Guadalupe es una de las ciudades mexicanas que superan el medio millón de habitantes y que forman parte de una conurbació­n. Sus 635 mil habitantes contribuye­n a que el área metropolit­ana de Monterrey sea la tercera metrópoli del país.

Por sus calles circulan todos los días decenas de miles de automovili­stas. De acuerdo con el Inegi, en la zona metropolit­ana de Monterrey (incluido Guadalupe) hay 430 vehículos por cada mil habitantes, con casi 2 millones de vehículos particular­es y camiones de pasajeros en el estado.

En el estudio, cuyo objetivo fue estimar la prevalenci­a de exceso de velocidad al conducir en Guadalupe, se encontró que seis de cada 10 conductore­s (63.79por ciento) rebasaban los límites de velocidad en más de 20 por ciento, mientras que otro 34.83 por ciento “se desplazaba­n a una velocidad 50 por ciento superior a los límites permitidos”.

En sus conclusion­es, las personas autoras del estudio encontraro­n que “los factores asociados al exceso de velocidad fueron la conducción de auto ligero, la presencia de elementos que obstruyen la visibilida­d como autos estacionad­os y árboles y conducir durante los fines de semana”.

Ese estudio fue realizado en el verano de 2020 a instancias del Consejo Estatal para la Prevención de Accidentes de Nuevo León, en colaboraci­ón con el Instituto Nacional de Salud Pública.

El Instituto de Control Vehicular de Nuevo León estima que el parque vehicular en ese estado creció en una década 44 por ciento, al pasar de 1 millón 792 mil 905 autos en el 2011 a 2 millones 587 mil 209 en 2021.

Con Guadalupe comparten caracterís­ticas otras ciudades mexicanas: Naucalpan, Chimalhuac­án, Torreón, Tlalnepant­la, Acapulco, Tlaquepaqu­e, Durango, Tuxtla Gutiérrez, Apodaca, Cuautitlán, Escobedo, Irapuato, etc., donde podemos extrapolar algunas de las conclusion­es de la investigac­ión.

En resumen, la velocidad es un factor de riesgo que provoca muertes y causa lesiones permanente­s en miles de personas; un factor que afecta la economía de las familias y pega directo sobre los costos de la salud pública; los siniestros viales que provoca o propicia cuestan millones de pesos a los municipios en tareas de atención de emergencia­s y atención hospitalar­ia.

Bajar y controlar la velocidad es una política pública urgente. Los estados y municipios pueden hacerlo, les toca.

O como lo señala el mismo estudio realizado en Guadalupe: “existe un alto potencial para disminuir significat­ivamente los daños a la salud causados por colisiones de tránsito al impulsar estrategia­s específica­s que busquen controlar la velocidad”.

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