Ciudades excepcionales
Después de las motivaciones económicas como las fuerzas fundadoras de las ciudades, están probablemente las fuerzas sociales y, de modo preponderante, la política. La concentración densa de las personas en el espacio geográfico permite un control más eficiente de la población por parte de sus gobernantes. También brinda mayores posibilidades de difusión de las ideas. Mediante el intercambio humano en los espacios públicos (reales y virtuales), dichas ideas generadas por la clase política constituyen su fuerza en el momento de las votaciones y de cualquier proceso electoral en cualquier nivel, desde la manzana, el barrio, el distrito, hasta la ciudad entera.
En muchas ciudades contemporáneas se verifica una forma de “Estado de excepción”, que por otro lado se confunde y se considera la norma. En ellas habita gran cantidad de gente que carece de derechos ciudadanos, los menores de edad, los inmigrantes, los refugiados y otros muchos más. En un buen número de ciudades en Asia, la península arábiga y en las regiones que anteriormente pertenecían a la Unión Soviética se han emitido leyes especiales que difieren de las normas estatales a nivel nacional.
Estas ciudades permiten conductas distintas a las de los países en los que se encuentran. Por ejemplo, si el país es musulmán y prohíbe el consumo legal de alcohol, en su capital habrá una exención tácita o explícita a esta norma. Estos países ofrecen amplias ventajas e incentivos fiscales y comerciales a los inversores extranjeros que decidan instalar sus negocios allí. Dentro de esta amplia gama de ofertas urbanísticas “novedosas” se incluyen aquellas apoyadas en los discursos ecológicos y de alta tecnología informática, por las ciudades de “carbono cero” o “inteligentes”. Todas ellas estrategias económicas y sostenidas por políticas dirigidas a la atracción de capitales extranjeros.