Milenio Jalisco

Estado de propaganda

- @olabuenaga

Entra a su casa una pequeña niña empapada de pies a cabeza. Toda su ropa escurre: las botitas, los pantalones, la camiseta. Nos detenemos a mirar su carita que también gotea justo en el instante en que le gana un estornudo. Eso hace que la mamá voltee. Mi amor, ¿qué hiciste?, seguro ya te resfriaste. Es ahí que vamos a un flashback en donde la niña juega feliz entre la lluvia a brincar sobre los charcos. Regresamos para ver cómo la mamá seca y arropa a su hijita mientras le da un producto (el que sea). El momento es íntimo, ambas sonríen, de alguna manera sabemos que todo va a estar bien. Y eso es lo fantástico de la publicidad, el hecho de saber que todo está o, mejor aún, que todo puede estar bien. Que la niña se curó y que si la nuestra alguna vez está resfriada, ese producto le quitará la tos. Esa misma sensación es la que busca el Presidente, el secretario de Gobernació­n y todos los que dijeron que la ola de violencia de hace unos días era simple propaganda. No pasa nada, la estrategia de seguridad está funcionand­o, dijeron, es propaganda de los delincuent­es y de los opositores que se sienten vencidos. ¿En serio? ¿La quema de las tiendas de convenienc­ia, de los automóvile­s, la muerte de personas, es propaganda de los que van perdiendo? Absurdo laberinto de comunicaci­ón en donde el gobierno, para hacerse propaganda a sí mismo, dice que los que la hacen son los otros. Fantástico país en donde lo que vemos es solo un comercial de televisión. Tan hermoso, que podríamos disolver suavemente a nuestra propia imagen caminando sonrientes tomados de la mano por las calles, mientras a nuestros costados arden las tiendas y los coches al ritmo sinfónico de Chico-Ché.

¿Le tranquiliz­a mi artículo de hoy? Un México en donde todo es solo publicidad y propaganda y nada malo acontece. No hay estancamie­nto económico, ni rezago escolar, ni huachicole­o. Nuestros aeropuerto­s funcionan, los proyectos insignia del sexenio no tienen sobrecosto­s, la informalid­ad es un acierto, las remesas una bendición y, por supuesto, los niños nunca se contagian de un resfriado. Un país en donde los números no son los números y la realidad es ficción. Es decir, si la semana pasada los Estados Unidos emitieron una alerta de viaje adicional para no viajar a ciertos estados de nuestro país, no hay motivo de preocupaci­ón, es tan solo propaganda. Al grado, dijo nuestro Presidente, que él también podría emitir una alerta para ese país cuando una balacera suceda. Unas por otras. Anuncio por anuncio. Quién quita y así disuelven suavemente los 120 mil muertos que llevamos en el sexenio. Impacto por impacto o, lo que es lo mismo, debilitar la imagen de Rosario Robles saliendo de la cárcel al meter a Murillo Karam el mismo día. Propaganda del ojo por ojo y diente por diente.

Vivimos en un constante estado de propaganda: poderosa herramient­a de comunicaci­ón que busca persuadir a la gente de una idea, crear una conciencia alterna que corra en el sentido que mejor convenga.

frecuencia._

¿Cómo? A través de dos armas fundamenta­les: impacto o

Impacto es la noticia que llega a la primera plana, frecuencia es la mañanera de dos horas todos los días, espacio suficiente para decir que son los otros los que hacen propaganda.

Un México donde nada malo acontece y los números no son números y la realidad es ficción

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