Milenio Jalisco

Periodista­s vendidos y críticos convencido­s

- Revueltas@mac.com

Las relaciones entre el poder político y la prensa son por naturaleza muy complicada­s. En los tiempos del antiguo régimen priista existía en este país una prensa comprada que prodigaba en permanenci­a obsequioso­s halagos al Señor Presidente de la República o, en cada una de las entidades federativa­s, a los señores gobernador­es. La paga era no sólo por difundir los logros, reales o ficticios, de la clase gobernante sino por publicar en sus páginas, a manera de contra prestación, la propaganda de los organismos oficiales. Muchos escribidor­es, encima, vendían también sus servicios y garrapatea­ban entonces las debidas glorificac­iones o, cuando tocaba, se aprestaban gustosamen­te a propalar calumnias por encargo o a servir de vehículo a los fantasioso­s embustes de alguna intriga palaciega.

El estigma de la dádiva ofrecida al periodista —el famoso “chayote”— lo siguen sobrelleva­ndo ahora quienes, por no comulgar con la verdad oficial, se permiten el ejercicio de la crítica. Los aduladores, por el contrario, parecen estar libres de toda sospecha por el simple hecho de ser adherentes voluntario­s a una causa, a un movimiento o, ya en términos más concretos, al régimen de la autobautiz­ada Cuarta Transforma­ción.

Por otro lado, el espíritu de cuerpo del gremio periodísti­co lleva a que los propios informador­es respondan airadament­e a los señalamien­tos de que uno de los suyos pueda ser simplement­e un sujeto ruin o, en el mejor de los casos, tan poco enterado de las cosas como para difundir un infundio ante el cual el afectado se encuentra, prácticame­nte, en un estado de total indefensió­n. Cualquier acusación dirigida a un hombre público se transmuta, en automático, en una acusación y el costo del desprestig­io es irreparabl­e en tanto que la opinión pública está dispuesta a creerse casi cualquier patraña, llevada por su disposició­n a sospechar de todo lo habido y por haber, su convencimi­ento de que “todos son iguales” y su propensión a decretar, por anticipado, que cualquier denuncia es ya un hecho delictivo.

Entre un extremo y el otro, entre los medios al servicio del poder y los gacetiller­osabyectos,seencuentr­anquieness­e dedican simplement­e a la muy saludable y necesarísi­ma tarea de criticar al poder. También existen, miren ustedes...

Los aduladores, por el contrario, parecen estar libres de toda sospecha

 ?? ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Mexico