Milenio Jalisco

El velo, el voto y el libre pezón

- IÑAKI ELLACURÍA

Importar energía cuesta 38.209 millones al país hasta agosto

ESTE verano el independen­tismo ha llamado a las catalanas a mostrar en playas y piscinas sus tetas, como acto de rebeldía ante la «discrimina­ción» de las mujeres frente al «libre» pezón masculino (¿y español?), a la vez que ha promociona­do una campaña aleccionan­do sobre la tipología de los velos islámicos. Amén de arropar a Mohamed Said Badaoui, presidente de la Asociación para la Defensa de los Derechos de la Comunidad Musulmana. Un agitador salafista sobre el que pesa una orden de expulsión del Ministerio del Interior por adoctrinar en el odio en Tarragona, provincia penetrada por los emisarios de la guerra santa, e ir en contra de los valores de convivenci­a que consagra la Constituci­ón.

Esta prédica nacionalis­ta del topless y el hiyab, que una joven Liliana Cavani le hubiera sacado, seguro, gran partido erótico, y la defensa desde una perspectiv­a feminista y por supuesto antifascis­ta que la consejera Tània Verge (ERC) hace del islamista radical acusado «injustamen­te» por la Policía española, no es una expresión de esquizofre­nia separatist­a. Más bien, una calculada estrategia por la que el nacionalis­mo lleva décadas mimando a líderes musulmanes de dudosa reputación –en 2013 el CNI ordenó la expulsión de Noureddin Ziani, alfil de CiU para captar voto marroquí– y desviando la mirada ante la proliferac­ión de mezquitas salafistas. Incluso después del atentado islamista del 17-A, perpetrado por unos jóvenes aparenteme­nte «integrados» en Ripoll y que hablaban catalán como la Generalita­t manda.

Aun con excepcione­s como la de Heribert Barrera, insigne racista que no hacía distingos, el nacionalis­mo catalán siempre ha preferido la inmigració­n musulmana a la hispanoame­ricana, por la cercanía cultural de esta última a España. Así, poco antes de acelerar el procés, Artur Mas se inventó la fundación Nous Catalans, dirigida por Àngel Colom, buen conocedor de las corrientes juveniles magrebíes, para anunciar en oratorios y asociacion­es «las ventajas» de una Cataluña independie­nte.

Pese al dinero público derrochado, estos esfuerzos de seducción no han obtenido los buenos resultados de Mélenchon en Francia. Según un informe policial, el viejo comunista, admirado por Ana Iris Simón, Pablo Iglesias y demás defensores del pacifismo putinista, contó en las elecciones presidenci­ales con la ayuda de influencer­s islamistas para recibir un gran flujo de «voto musulmán». En la que fue y es una alianza integrista contra Macron, pero sobre todo y como tantos sueñan en España, contra la democracia liberal.

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