Momento: cambié de opinión
El cartujo cambió de opinión, de furioso comecuras en su juventud, ablandado por los años devino pertinaz mojigato, con anhelos de santidad y una constante preocupación por la posteridad, como si a ésta le importaran un comino sus veleidades y sueños de grandeza.
No es el único de esta camaleónica especie, en estos tiempos existen muchos como él; la inconstancia abunda en el país y se ceba primordialmente en políticos, de todos los partidos y todos los niveles. Cada día, a toda hora — con sus hechos, palabras o silencios— un gran número de ellos exhibe, incluso con orgullo, sus mudanzas: “cambié de opinión”, dijo el presidente López Obrador al explicar su decisión de mantener al Ejército en las calles y proponer la adscripción de la Guardia Nacional a la Secretaría de la Defensa Nacional. Cambió de opinión y con él su partido, sus legisladores y sus panegiristas en las redes y los medios, felices de complacerlo en todo.
A todo esto, ¿cuál será la consideración de Pablo Gómez, uno de los líderes indiscutibles del movimiento estudiantil de 1968, sobre la militarización de la seguridad pública en el país? Durante décadas su defensa de la izquierda democrática resonó, vehemente y polémica, en los espacios legislativos, en sus libros y textos periodísticos. ¿Y ahora, tanto le pesan la edad y el cargo como para permanecer callado? ¿Ya no recuerda el papel del Ejército en Tlatelolco? ¿O ya cambió de opinión? (O al monje se le escapan sus trepidantes palabras sobre el tema.)
Se extrañan opositores como Heberto Castillo o el propio Pablo en una época de blandengues, de habladores como Alejandro Moreno, quien después de soeces bravuconadas se muestra como niño miedoso al ver una película de terror —una de Chucky, por ejemplo, con su pelo naranja y su sonrisa siniestra—, gritando en la oscuridad, implorando protección entre las sombras, aunque sea de sus supuestos enemigos, dispuesto a cambiar súbita y radicalmente de parecer ante el azoro de sus presuntos y aliados. Pero eso y más provoca la mala conciencia, o la gratitud mal entendida, como la de algunos integrantes de la SCJN.
Queridos cinco lectores, El Santo Oficio los colma de bendiciones. El Señor esté con ustedes. Amén.
¿Cuál será la opinión de Pablo Gómez sobre la militarización del país?