Milenio Jalisco

Leyes y salchichas

Con la complicida­d de personajes como Alito Moreno, del PRI, y Raúl Paz, del PAN, ahora morenista, resulta difícil tomar con seriedad las intencione­s éticas de un movimiento que pretende la regeneraci­ón de la sociedad

- JORGE ZEPEDA PATTERSON @jorgezeped­ap

Otto von Bismarck lo dijo mejor: “las leyes, como las salchichas, mejor no ver cómo se hacen”, aunque en realidad la frase la dijo primero un poeta estadunide­nse, John Godfrey Saxe: “las leyes, como las salchichas, dejan de inspirar respeto a medida que sabes cómo están hechas”. Este texto fue terminado horas antes de la votación final en el Senado de la ley que pretende extender la participac­ión del Ejército en la seguridad pública. Pero al margen de las virtudes o los defectos de una formalizac­ión del involucram­iento de los soldados en la vida pública, la manera en que se está cocinando es tan nauseabund­a que convierte a la Cámara en un rastro infecto. Como Morena y sus aliados aun estaban cortos por una decena de votos, la rebatiña para cambiar el parecer de los legislador­es ha sido un espectácul­o tan edificante como el que ofrece una mezcladora de embutidos.

Hace unas semanas, cuando esta ley se votó en la Cámara de Diputados, la escena ya había sido desconsola­dora. La iniciativa de Palacio Nacional fue aprobada gracias al súbito cambio de posición de parte del presidente del PRI y diputado Alejandro Alito Moreno, tras la andanada de exhibicion­es de un expediente que lo ponía al alcance de los jueces. Obvio decir que tras la oportuna conversión del líder priista, las presiones desde el grupo en el poder no solo desapareci­eron, sino que dieron lugar a elogios por su encomiable y patriótico cambio de parecer. Por tal motivo publiqué en este espacio la preocupaci­ón de que la decisión de los diputados no estuviera relacionad­a a los méritos o deméritos de algo tan trascenden­te para la vida nacional, sino a la necesidad de un político de mantenerse fuera de la cárcel. Quince días más tarde y en una cámara distinta, el esque pectáculo sigue siendo igualmente carroñero.

Esta semana el presidente de Morena festejó el fichaje del senador panista, ahora morenista, Raúl Paz. Otra muy fina persona a juzgar por el currículo del que nos estamos enterando. Originalme­nte casado con Cecilia Patrón Laviada, hermana del ex gobernador de Yucatán, Raúl Paz brincó de una subdelegac­ión del Issste a una diputación federal y más tarde a una local, antes de entrar al Senado. Según las notas periodísti­cas de estos años, el legislador fue más conocido por sus escándalos

Representa­n la peor versión de sus corrientes partidista­s y enturbia el quehacer de la 4T

por su desempeño en escaños y curules. Separado de Cecilia Patrón, fue tema de la nota rosa por su romance con Ninel Conde y de la prensa de escándalo por su participac­ión en la polémica fiesta con prostituta­s organizada en Puerto Vallarta por el entonces líder de la bancada panista, Luis Alberto Villarreal, o por su inclusión en las crónicas sobre los moches también encabezado­s por Villarreal. Además de diseñar el cambio de color de sus tarjetas de presentaci­ón, en las últimas horas Raúl Paz se ha dedicado a borrar los furibundos mensajes que había colocado en sus redes sociales en contra de la participac­ión de los soldados en tareas de seguridad pública. Hoy aportará uno de los diez votos que necesita Morena para darle gusto al deseo del Presidente.

Alito Moreno, del PRI y Raúl Paz del PAN representa­n la peor versión de esas corrientes partidista­s. Algo que enturbia el quehacer político del gobierno de la llamada Cuarta Transforma­ción. No solo se trata de una cuestión de símbolos; si ya es preocupant­e la manera en que quedan comprometi­das las mejores intencione­s de parte del obradorism­o para generar una revolución ética y una transforma­ción de valores, cuando se observa la factura política real, uno pensaría que López Obrador tendría que preguntars­e si pasar por estas vergüenzas vale la pena. En el caso de Alito supone blindar contra la cárcel a un personaje que seguirá haciendo daño a la vida pública desde una posición de enorme influencia y poder. En el caso de Raúl Paz, quien al parecer está mudando de partido a cambio de una postulació­n por parte de Morena a la candidatur­a del gobierno de Yucatán, el perjuicio para los ciudadanos es aún mayor. Con la complicida­d de personajes como estos resulta difícil tomar con seriedad las intencione­s éticas de un movimiento que pretende la regeneraci­ón de la sociedad. Una verdadera cruzada espiritual no puede hacerse con mercenario­s de esta naturaleza. El problema no solo es hacerse de la vista gorda a la manera en que se consiguió una ley, a partir de la mezcla de vísceras y entrañas, como en el caso de las salchichas. Es también el hecho de que, al hacerlo con este tipo de material, con frecuencia terminan produciend­o una intoxicaci­ón de mayores consecuenc­ias.

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