Tras no llegará la calma para mexicanos
Sur de Florida. La comunidad que vive en Harlem Heights, Fort Myers, aún no asimila que perdió su vivienda y trabajo
El suroeste de Florida quedó lastimado. El paso del huracán Ian arrasó con zonas costeras como Fort Myers Beach y la isla Sanibel, que quedó incomunicada porque el puente que la conecta con la península colapsó. En ambas desaparecieron calles al quedar bajo el agua y están inhabitables.
En el resto de zonas afectadas la imagen que predomina es de barcos en el asfalto, árboles y palmeras derribados y mucho lodo. Familias llevan días limpiando sus propiedades, secando lo poco que creen que servirá. Lo único que les satisface es que conservaron la vida.
La comunidad mexicana que vive en Harlem Heights, Fort Myers, perdió todas sus pertenencias. El vecindario quedó bajo el agua. Durante el paso del huracán y pese a fuertes vientos y marejada, jóvenes rescataron a personas atrapadas. También irrumpieron en el centro comunitario de la colonia para usarlo como albergue.
“Fue devastador. Salimos por la noche y estuvimos ayudando hasta las dos o tres de la madrugada. Salvamos a unas 50 personas o más. Mi papá fue realmente un salvavidas”, contó Miguel Castro, de 15 años de origen mexicano.
En la misma colonia vive la familia Tetú. Son originarios de Hidalgo. También contribuyeron a salvar personas en medio de la tormenta. “A las 3:00 de la mañana había gente gritando. Hacían señales con lámparas desde sus casas”, contó don Justino Tetú.
La señora Silvia Lara es originaria de Veracruz. El sábado aún trabajaba limpiando cocheras húmedas. A un par de cuadras de su casa acudió a recibir ayuda de una familia estadunidense que repartía agua y víveres a los damnificados.
En la mayor parte del suroeste de Florida las labores de rescate siguen. Los helicópteros no dejan de pasar. Es una zona de desastre. En las calles hay cascajo, muebles, muros de madera derribados, árboles y palmeras.
Más al sur, en uno de los vecindarios más exclusivos de Naples, donde el muelle resultó dañado, jardineros trabajan limpiando jardines y entradas de las mansiones más cercanas a la playa. La mayoría son migrantes, como José María y Marcelo.
La mayoría de las pérdidas son materiales, las víctimas mortales ya se cuentan por decenas. Las aseguradoras están saturadas. Lo más difícil para los afectados ha sido darse cuenta de que, tras el paso de Ian, no llegará la calma, porque no tienen casa ni trabajo.