Periodo electoral
El proceso electoral debería llenarnos de orgullo a todos los mexicanos, pero se ha degenerado tanto que da pena y miedo. Solo debería contrastar los planes de cómo gobernaría cada candidato sí el voto lo favoreciera y permitir con base en esas propuestas elegir al elector, ahora es un río de sangre, amenazas y corrupción.
Tenemos un sistema republicano basado en el equilibrio de, y entre
Poderes, donde tanto el Ejecutivo, el Legislativo y el Judicial tienen actividades a su cargo completamente independientes pero complementarias entre sí y de equilibrio, para evitar que se conjunten los tres poderes en un individuo convirtiéndose en dictadura.
Hemos sufrido por error de los ciudadanos al otorgar al presidente en turno un poder que nunca debió dársele, “mayoría calificada” tanto en la Cámara de Senadores como en la de Diputados. Al lograr la madurez democrática, volvimos a cometer el mismo error, permitiendo que López y sus legisladores de Morena y partidos lampreas volvieran a detentar un poder nada sano ni para el desarrollo del país y menos para la democracia, aún incipiente.
López no logró controlar el tercer poder, el Judicial, para hacer y deshacer a sus anchas, no solo con las leyes sino con el país entero. Sin embargo, para la segunda parte de su mandato no logró en el Legislativo mayoría calificada ni incrustar ministros a modo en la Corte, por lo que solo tiene tres ministras incondicionales, cuyos votos no le permiten atajar las resoluciones de nuestro máximo tribunal.
López aborrece a la SCJN al no controlarla, dedicando gran esfuerzo para denostar a los ocho ministros que no le rinden pleitesía, en especial a Norma Piña, y ahora como ya no le queda tiempo impulsa el llamado “Plan C”, (si “C” de corrupción), con el que pretenden volver a tener mayorías calificadas en ambas cámaras del Congreso y con ello modificar la Constitución, y lo más importante para ellos, desarticular tanto a la Suprema Corte de Justica de la Nación, desaparecer al Instituto Nacional Electoral, el INAI, y otras que al no controlarlas, el presidente las odia.
Al votar evitemos que el presidente tenga mayoría para obligarlo a negociar todo, en beneficio de México.
Andrés Manuel López Obrador no logró controlar el tercer poder