Lejos del consenso
Canta Mares tiene su origen en la dificultad de hacer llegar obras que resisten plegarse al supuesto gusto del público. Y al mismo tiempo surge de la confianza que los autores han depositado en nuestra insensata, incluso obstinada, propuesta en un paisaje editorial que suele describirse como poco propicio. Así, el catálogo de Canta Mares busca situarse lejos del entretenimiento, de todo eclecticismo y de cualquier forma de consenso. Por ahora abarca principalmente la literatura extranjera y la reflexión crítica contemporánea. Los libros que proponemos cuestionan la lengua, su poder, su eco en el mundo, la manera en que transforman a quien escribe, a quien lee. Intransigentes, obsesivos, memoriosos, podrían ser algunas de las características que los definen. O para decirlo como nuestro primer autor, Pascal Quignard, en ellos “todo es pulsión que vuelve, marea que vuelve y hiende de nuevo el acantilado, marea interrogativa, ola inagotable que se levanta, que avanza y se desborda, imponiendo cada vez su forma diferente”.
La publicación del cuento El niño con rostro color de la muerte ha intentado responder a la generosidad con la que Pascal Quignard y su editor, Galilée, recibieron nuestro proyecto. Este relato comparte con los otros libros del autor, escritos a finales de los años setenta —El lector, Pequeños tratados, Inter aerias fagos—, el voto de silencio de quien se consagra a la lectura. Guarda, además, una significación especial para él ya que, podríamos decir, cifra el dolor de la pérdida que lo abatía y de la que el niño que protagoniza la historia podría ser depositario. En aquella época, el escritor atravesaba una depresión profunda, marcada por el mutismo y el encierro, como lo revelará en sus últimos textos. La lectura y la escritura, que asocia estrechamente al silencio, son lo único que entonces le permite seguir en pie sin ceder al vacío interno que lo amenaza, pues quien se obstina en asirse del lápiz o de la pluma lo hace para sobrevivir y no ceder al vértigo: “Creo que la gente que necesita sujetar algo a lo largo de toda su vida, por una parte, conoce el abismo al que se enfrenta y, por otra, logra sobrevivir perfectamente sin melancolía, incluso con cierta pugnacidad; gracias a ese pequeño objeto que sujeta como si se tratase de un barandal: un pincel, un arco, un lápiz, una aguja”.
En esta primera publicación, como esperamos hacerlo en las futuras, hemos otorgado una atención especial a la materialidad del libro, pues uno de nuestros propósitos es ofrecer ediciones bellas y asequibles. Para ello, hemos tenido la fortuna de contar con la valiosa colaboración de la ilustradora Elsa Rodríguez Brondo, quien ha sabido dar forma a nuestras ideas.
Con nuestros próximos proyectos seguiremos adentrándonos en esta escritura que se enfrenta al peso de la historia, inmersa entre restos y ruinas. Tal es el caso del novelista Claude Simon, Premio Nobel de Literatura 1985, de quien editaremos El caballo, texto inédito en español, publicado el año pasado en Francia. Se trata del relato que precede a ese gran libro que es La ruta de Flandes. Ahí la historia —la Segunda Guerra Mundial— se da a leer a través del cadáver de un caballo al borde de un camino. Le seguirá el extraordinario texto del pensador francés Georges Didi– Huberman, que aborda, a partir del arte contemporáneo, el llamado trabajo del duelo para pensarlo de manera diferente. Mantendremos en suspenso el título de nuestro último proyecto pero esperamos que dará lugar a una reflexión acerca de los límites de la escritura.
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