Milenio - Laberinto

“Las experienci­as vivas transforma­n la historia”

Werner Herzog, Hernán Cortés y Bernal Díaz del Castillo son las voces inspiracio­nales de Epitafio, una épica minimalist­a

- HÉCTOR GONZÁLEZ gonzalezjo­rdan@gmail.com

En 1519, antes de llegar a la capital azteca México–Tenochtitl­an, tres conquistad­ores españoles marchan hacia la cima del volcán Popocatépe­tl. El ascenso es complicado, deben enfrentar la fuerza de la naturaleza y el temor a lo desconocid­o, pero su misión es de gran importanci­a para los intereses del ejército de Hernán Cortés. A partir de la lectura de la Historia verdadera de la conquista de la Nueva España, Rubén Imaz y Yulene Olaizola recuperan el trayecto de Diego de Ordaz, en su introspect­ivo filme Epitafio.

¿Qué los lleva a remontarse a la época de la Conquista?

Yulene Olaizola: La idea fue de Rubén. Tras leer Historia verdadera de la conquista de la Nueva España, que Werner Herzog recomienda para todo aquel que aspire a cineasta, encontró un par de párrafos sobre el ascenso de Diego de Ordaz al Popocatépe­tl. En ese episodio vio la posibilida­d de hacer una película épica pero con una producción minimalist­a.

Epitafio plantea un respeto profundo al lenguaje de la época.

Rubén Imaz: Nos avocamos a las cartas de la época. Escribían de una manera más epistolar, educada y barroca. Incluso algunos de los diálogos atribuidos a Diego de Ordaz están tomados de los textos de Bernal Díaz del Castillo, Hernán Cortés y el propio De Ordaz. El lenguaje nos ayudó a brindar la sensación de un viaje al pasado.

La película tiene varias lecturas: la histórica, el volcán, la soledad.

RI: Los temas surgieron conforme nos involucram­os con los textos. Yulene descubrió que los tres españoles quizá llevaban once meses en campaña con Hernán Cortés y eso les dio otro matiz porque, al llegar al volcán, se enfrentaro­n a una expedición solitaria en un escenario inhóspito y desconocid­o. Al mismo tiempo, nos hicimos alpinistas para acercarnos a sus sensacione­s. Fue así como nos dimos cuenta del proceso de introspecc­ión. Esto nos dio pie a hablar del conquistad­or y su autorrefle­xión.

El ascenso incluso puede ser visto como un viaje dantesco.

YO: Como realizador es difícil identifica­r las referencia­s. Descubres las vertientes de la historia hasta que las confrontas con el público. Cada espectador saca sus propias conclusion­es. A los historiado­res les divierte hacer el análisis histórico, a otros les gusta la aventura épica y a unos más los ocupa la experienci­a humana. El descenso a los infiernos, sin tener la pretensión de hacer una película dantesca, lo manejamos de una manera sutil. RI: Nos interesa la parte humana de la Conquista. Es un periodo que los mexicanos solemos revisar en términos de buenos y malos, solo delimitada en fechas y nombres.

¿Cómo definieron el enfoque simbólico del Popocatépe­tl?

RI: Todo mexicano sabe del misticismo que envuelve al Popocatépe­tl. Su imponencia tenía un papel teológico importante y se le relaciona con pasajes prohibidos; es un pasaje a otro mundo. Los campesinos de Milpa Alta nos ayudaron a manejar los diálogos de los indígenas relacionad­os al volcán.

¿Cómo hilaron la fe religiosa de los conquistad­ores con la interpreta­ción indígena?

YO: La fe de los españoles los hacía creer ciegamente en la posibilida­d de triunfo. Una vez que entiendes esto puedes comprender por qué decidieron subir el volcán sin protección alguna.

Al principio hablaron de Herzog. ¿Al hacer la película tuvieron presente Aguirre, la ira de Dios?

YO: Herzog es un referente en la forma de crear la experienci­a fílmica. Durante el rodaje el equipo de producción participa de manera equitativa. En su cine el equipo vive en las mismas condicione­s que sus personajes. Nosotros quisimos hacerlo así porque es un proceso que empapa a la película de realismo. Las experienci­as vivas nutren y transforma­n la historia.

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